"La luz es el principal material de la arquitectura. Nos permite dotar a los espacios de la calidad necesaria, potenciar el valor del color, percibir las texturas y la geometría o trabajar con sombras y penumbra". Así describen un elemento tan básico (y complejo) como la luz desde el valenciano Horma Estudio.
Como la mayoría de los profesionales de las reformas, desde este despacho, fundado por Nacho Juan y Clara Cantó, están acostumbrados a que la luminosidad sea una de las principales preocupaciones a la hora de transformar o diseñar una vivienda.
"Desde el punto de vista de la experiencia del usuario, la luz es el aire que nuestros ojos necesitan. Nos movemos hacia ella de manera intuitiva y buscamos vivir la experiencia que nos propone", cuentan. Con referentes como José Antonio Coderch y Antoni Bonet Castellana, desde Horma se han centrado en cultivar "la luz mediterránea como una luz singular", especialmente en proyectos como Casa AVM y Casa AM, donde dieron especial atención al clásico patio central como recurso que ayuda a fomentar la claridad.
Efecto dramático
Pero, además de crear este ambiente puramente mediterráneo, la iluminación también puede ser una herramienta con la que crear emociones. Así lo ha hecho el estudio Plutarco, compuesto por Enrique Ventosa y Ana Arana, en trabajos como TMMS3, donde potenciaron la entrada de la luz solar de manera cenital para crear un efecto dramático, inspirándose en los proyectos de Luis Barragán, y jugaron con contraventanas que tamizan la claridad, pero no la eliminan al completo, para emular el recuerdo de las siestas en las noches de verano. "La luz es la encargada de generar un mayor o menor grado de intimidad. Cuando es más controlada y escasa hay zonas que pasan a un segundo plano y eso nos ayuda a desdibujar los límites reales de una habitación y que, por ejemplo, pueda parecer más grande de lo que es", señalan desde Plutarco.
La falta de diafanidad puede ser uno de los mayores hándicaps de un espacio y el reto frente al cual un profesional tenga que demostrar su valía, recurriendo a elementos y soluciones inesperados y sorprendentes que lo solventen: desde pinturas alto brillo que reflejan la luminosidad (usadas de manera espectacular por Plutarco), hasta el uso de superficies de espejo en paredes o muebles y, por supuesto, el diseño de una cuidada iluminación eléctrica.
"Se puede hacer casi todo con la luz artificial, menos transmitir la emoción de la natural. La natural tiene una cualidad casi matérica. Se hace sustancia. Entra en el juego el paso del tiempo", aseguran Cristina Domínguez Lucas y Fernando Hernández-Gil Ruano, del estudio madrileño Lucas y Hernández-Gil. Saben bien de lo que hablan.
Uno de sus proyectos más laureados, ganador del premio COAM de Interiorismo y Finalista de los Premios FAD, ha sido CASAA12, un bajo en el barrio de Malasaña de Madrid destinado ahora a vivienda donde la luz escaseaba al máximo. Al contar incluso con una planta bajo suelo y apenas un ventanal a la calle, todas las operaciones de diseño se idearon para fomentar la claridad y trabajar la luz artificial de todas las estancias como si fuera natural. "Usamos materiales reflectantes y tonos claros, además de trabajar en sección con lucernarios, patios ingleses y aperturas en los muros para dejar paso libre a la luz. De todos nuestros proyectos es en el que mejor se percibe el potencial transformador de este elemento". Y es que sin luz, sencillamente, no existiría la arquitectura.
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