¿Hace falta una especial sensibilidad o ser japonés para vivir en una de sus casas? En su 'NA House' no hay un sitio específico destinado a casi ningún uso doméstico.
Yo tampoco podría vivir en ella. Es para unos cliente con unas características particulares. Pero a su vez representa un posible estilo de vida para las generaciones futuras. La intención era la de de crear un espacio abierto a la diversidad. También me interesa de este proyecto la relación que se establece entre mobiliario y arquitectura. Creo que el mobiliario puede actuar más como arquitectura y paisaje, y la arquitectura en vez de ser una caja vacía puede tener una relación más íntima con al cuerpo humano. Se trata de crear una mayor interconexión entre diferentes escalas, de más pequeñas a más grandes.
¿No existe en esta casa y en otras una especial conexión con el pasado de la arquitectura japonesa y esos palacios divididos con puertas correderas de papel que hacían de las divisiones algo exiguo?
Ya no vivimos en casas de papel. El concepto trasciende Japón y se hace eco de la vida contemporánea. Si arrancas un proyecto desde lo más básico, esto es, las necesidades y emociones humanas, el punto de partida no difiere mucho entre Oriente y Occidente. Hay una idea de calidad de vida común a todo el mundo.
¿Final Wooden House, con sus travesaños de madera cruzando la casa con desorden, es realista, ofrece confort?
Es más una cabaña de fin de semana que una casa. De nuevo, está pensada para situaciones concretas, no para que le encaje a todos. Si diseñas algo para todo el mundo, ¿no resulta aburrido? Al ofrecer muchos espacios abiertos, la casa no resulta tan densa y los bloques de madera son estructura, muros exteriores, mobiliario, todo.
¿Cuál es el fin de sus experimentos arquitectónicos?
Ninguno en concreto más allá de ir más lejos en términos de pensamiento. Hay que ser capaz de no dar nada por sentado y volver a los fundamentos de la arquitectura para plantearse nuevas preguntas. Lo llamo "futuro primitivo". Podemos encontrar formas diversas de hacer arquitectura desde la comprensión más básica de lo que somos. Disfruto observando la complejidad del mundo, en el que estamos expuestos a infinidad de acciones impredecibles. Me gusta hacer una arquitectura que responde a situaciones complejas e inesperadas, creando experiencias originales y auténticas.
El urbanismo de Tokio parece reflejarse en su arquitectura.
Es una ciudad muy compleja y fascinante. Está llena de artefactos y para mí es como un bosque. Yo crecí en Hokkaido, en el norte de Japón, rodeado de naturaleza. Jugaba en el bosque y Tokio también lo es en cuanto a su propio orden orgánico. En su momento pensé que sería una bonita idea hacer una arquitectura como si fuera una ciudad y un bosque. Debería existir mayor conexión entre arquitectura y naturaleza, una mejor integración de ambos mundos.
Tokio es compleja y fascinante. Está llena de artefactos y para mí es como un bosque
El espectáculo de luces que montó para la firma de moda COS en el Salón del Mueble de Milán fue una de las presentaciones más aplaudidas de la feria. ¿Qué conexión encuentra un arquitecto como usted con una marca de moda?
Es una empresa para la que no todo es moda. Deja que entren en juego en su filosofía de marca otras consideraciones como mi propio punto de vista como arquitecto, además de compartir la misma idea de sencillez y limpieza de líneas. Por eso acepté el reto.
¿De dónde surgió la idea de que un juego de focos proyectaran haces de luz como en un baile?
Me pareció interesante ver cómo se comunicaban mi profesión y la moda. Y lo hacen precisamente a través de la luz. Es el material más simple e importante, que refleja por otro lado la personalidad de COS, encarnada en la atemporalidad y la elegancia. Así que decidí prescindir de cualquier otro elemento. Además, esos juegos de los focos no podían conectar mejor con el escenario elegido para la presentación, un cine. Ahí la luz también lo es todo. También influyó aquí el concepto de bosque: es un bosque de luces, por donde la gente camina fascinada por el hechizo de los haces de luz, que reaccionan ante nuestros movimientos.
Como elemento arquitectónico, ¿qué significa la luz para usted?
Quizá sea el material cuyo manejo implique más desafíos. En mi oficio diseñar no se circunscribe a la arquitectura; implica todo un espacio vital. Los aspectos climáticos –temperatura, ángulo del sol y humedad– combinados con los elementos espaciales contribuyen a crear un sistema de vida mucho más complejo y amplio que un simple edificio.
En el MoMA de Nueva York se expone hasta el 4 de julio su obra junto a la de los otros grandes arquitectos japoneses de la modernidad, comenzando por el gran mentor de todos vosotros, Toyo Ito. ¿Qué es lo que os une?
Somos amigos, si bien yo soy de los jóvenes y un poco 'outsider'. Pero me acogieron muy bien y entendieron mi arquitectura porque son arquitectos de mentalidad muy abierta. Por supuesto, mi generación ha estado muy influenciada por el modo de pensar de Toyo Ito.
¿Está la gente a pie de calle preparada para entender la arquitectura 'avant garde' que representa un grupo de arquitectos como ustedes?
Por supuesto, no todo el mundo entiende nuestra arquitectura, como hace 100 años no todo el mundo entendía a Le Corbusier. Pero aquello que fue avanzado en el pasado lo tiene hoy lo asume todo el mundo sin problemas. Lo bueno es que hay suficiente gente que entiende los conceptos y eso es lo importante para sentar las bases de la arquitectura del futuro.