Eileen Gray fue un espíritu libre. Nacida en el seno de una acomodada familia irlandesa, supo aprovechar las ventajas de su posición para aprender viajando. Dibujó, pintó, esculpió y desde el arte se internó antes que ninguna otra mujer en el diseño y la arquitectura, sabiendo interpretar a su manera y con suma originalidad todas las corrientes modernas de la Europa de principios de siglo.
Durante su relación con el arquitecto rumano Jean Badovici, concibió junto a este su propia casa de vacaciones en la Costa Azul. La llamaron E-1027, Maison en bord de mer. Es un código numérico resultante de combinar sus iniciales según el orden de las letras del alfabeto: "E" por Eileen, "10" de la "J" de Jean, "2" de la "B" de Badovici y "7" de la "G" de Gray. La construyeron entre 1926 y 1929, y entusiasmó, entre otros a Le Corbusier, pues sintetizaba con sutileza los principios fundamentales del Movimiento Moderno.
Así, estaba regida por un gran sentido de la eficacia, en especial por saber integrar el mobiliario en la arquitectura de la vivienda, un trabajo que recayó en Gray. Amigo de la pareja, el arquitecto suizo se empeñaba en pintar murales en sus paredes. Pese a las negativas iniciales, los consiguió dibujar en 1938 en una suerte de acto de profanación que, a la larga, serviría para que la casa no se cayera abajo.
Después de sufrir los estragos de la Segunda Guerra Mundial y estar abandonada a los ocupas décadas después, la casa E-1027 se rehabilitó entre la primavera de 2009 y el verano de 2017, periodo en el que el artista Kasper Akhøj documentó las obras inspirándose para ello en una serie de fotografías de Eileen Gray publicadas en 1929 por Jean Badovici en la revista L’Architecture Vivante. Este proyecto de revisitación de la vivienda tiene por nombre Welcome (To The Teknival) y se expone en la galería Ivorypress de Madrid hasta el 3 de noviembre de 2018.
A través de su investigación in situ, el artista documentó la restauración y recuperación de esta temprana villa modernista, una de las pocas realizadas por una arquitecta en aquella época. Los registros de los sucesivos ocupantes se confrontan los unos con los otros, creando un diálogo histórico fascinante. El título de la muestra, Welcome (To The Teknival), procede de dos grafitis hechos mientras la casa estuvo abandonada. Revelan la naturaleza atemporal del edificio, que ha sido, a su vez, desoladamente abandonado y cuidadosamente preservado.