Las escaleras surgieron con el propósito elemental de conectar varios niveles en un edificio, pero la técnica y la creatividad de los arquitectos han hecho de ellas algo más que un lugar de paso. Ya en el siglo XVII el arquitecto italiano Vicenio Samozzi afirmaba que "la escalera representa para el edificio lo mismo que las arterias y las venas para el cuerpo humano. Igual que estas llevan la sangre a todos los órganos, aquella es imprescindible para la comunicación". Para el arquitecto Óscar Tusquets, la escalera "es una pieza arquitectónica fascinante y a la vez dificilísima, quizás el elemento que ha dado lugar a los espacios más memorables de la historia de nuestro arte". Y es que, a través de su diseño y del uso que se haga de los materiales, una escalera puede convertirse en una auténtica escultura que "redima" una zona de paso de su función secundaria dentro de una casa.
La escalera no es más que un corredor "plegado", y esos pliegues pueden adoptar diversas formas que se clasifican en tipologías. Las escaleras de caracol son las más usadas en lugares donde hay poco espacio para colocar una escalera tradicional. En las escaleras voladas, los peldaños carecen de contrahuella y parecen flotar en el aire, pero deben estar bien anclados al muro de carga para soportar el peso de los que transitan por ellas. Una escalera bien resuelta puede salvar la comunicación con los dos niveles en muy poco espacio y combinar su función estética con otra práctica generando espacio de almacenaje adicional.