En un mundo donde el cambio climático y la sostenibilidad son temas centrales de preocupación, la eficiencia energética en la construcción y climatización de viviendas se ha convertido en una prioridad imperativa. A medida que la demanda de energía continúa aumentando, es crucial que nos esforcemos por encontrar soluciones constructivas que permitan climatizar las viviendas sin desperdiciar recursos y energía.
1. La piel que habito
Los edificios intercambian temperatura a través de "su piel", es decir, fachadas, cubiertas y suelos, lo que arquitectónicamente llamamos la envolvente térmica. Incrementar una letra la calificación energética supone un ahorro de unos 200 € anuales. Por eso es tan importante mejorar ventanas y aislar paredes y cubiertas. En la imagen, terraza orientada al sur con cubierta de fibra en la Casa Palerm en Mallorca, de OHLAB. En la otra página, pavimento de ladrillo y acristalamiento de suelo a techo en la tienda Dois Trópicos en São Paulo, de MNMA studio.
2. Puentes térmicos
La incorporación de puertas, ventanas y persianas a la construcción aumenta el riesgo de crear lo que en arquitectura denominamos "puentes térmicos". Son puntos débiles de los edificios por donde se produce un intercambio de temperatura entre el interior y el exterior de forma descontrolada, bajando sensiblemente el rendimiento de cualquier sistema de climatización.
3. Aislamiento entre edificios
Al no estar en contacto directo con el exterior, tradicionalmente no se ha prestado atención a las superficies que dan a otros inmuebles porque se creía que no generaban una pérdida térmica significativa. Eso es particularmente grave en suelos sobre locales comerciales o garajes. Podría admitirse que las partes de una vivienda en contacto con otra no se aislen, siempre y cuando ambas estén habitadas.
4. Huecos en fachada
Las ventanas pierden diez veces más frío o calor que una pared ciega. Por tanto es muy importante que la dimensión y colocación de estas garantice la estética, las vistas y la aportación de luz, pero sin tener que compensar las pérdidas con un exceso en climatización. En la imagen, ventana de triple acristalamiento RAU-FIPRO X, de Rehau, con una transmitancia térmica de solo 0,60 W/m2K.
5. Sistemas pasivos
Son aquellos aspectos del diseño que permiten la regulación térmica de un edificio sin consumo energético; es la propia arquitectura o la manipulación de elementos móviles –como una persiana– la que posibilita que se conserve la temperatura interior en invierno o se refrigere la casa en verano para que la temperatura sea unos grados más baja que la del exterior
6. Efecto invernadero
Cuando el sol incide sobre los materiales interiores, estos se calientan y comienzan
a irradiar calor. Este calor no puede atravesar los cristales y se mantiene en el interior; es el conocido efecto invernadero. Para evitarlo existen estrategias como los porches al sur, que evitan la radiación directa del sol en verano, árboles de hoja caduca que protegen el exterior o vidrios de control solar en las ventanas.
7. Grandes consumidores
Los últimos 50 años, a raíz del calentamiento global, los sistemas de climatización han aumentado su presencia hasta superar el 15% del presupuesto total de construcción en la mayoría de viviendas, siendo, además, los principales responsables del consumo eléctrico de un edificio.
8. La alternativa más rápida
No hay ninguna opción más rápida para lograr el confort térmico que el aire acondicionado. Otra de sus virtudes es su versatilidad: se puede instalar por conductos, con consolas independientes o splits –como el modelo Daikin Emura–, encastrados... Además de incorporar extras: bomba de calor o ionizadores de aire.
9. Factores en juego
El clima interior no solo depende de la temperatura ambiental: la humedad relativa, la velocidad del aire o la presencia de agua en el ambiente para que se depositen las gotas sobre la piel y al evaporarse aumente la sensación de frescor son otras opciones que complementan los sistemas de clima activos.
10. Calefacción saludable
Aunque solo sirven para calentar y son más lentos que el aire acondicionado, los tradicionales radiadores tienen como puntos fuertes su bajo consumo y el hecho de que no mueven el aire y, por tanto, no levantan polvo, por lo que resultan más saludables que los sistemas de convección forzada del aire.
11. Superficies radiantes
El clima por radiación tiene como principal virtud el hecho de que calienta o enfría la materia, no el aire; funciona como el sol, y la sensación de confort es mucho mayor. Podemos tener una habitación perfectamente climatizada y seguir abriendo ventanas o renovando el aire sin que disminuya por ello la sensación térmica positiva.
12. Estufas de masa térmica
Evolución de las chimeneas de toda la vida, consisten en cámaras de combustión revestidas con ladrillos refractarios y cerradas con compuertas de vidrio, que pueden complementarse con bancos calientes o conductos para llevar el calor a otras zonas. Basta con encenderla una o dos veces al día para mantener la vivienda caliente todo el día.
13. Recuperadores de calor
Un elemento activo que se ha normalizado en los últimos años son los recuperadores de calor, que interactúan con los sistemas de ventilación logrando que el aire limpio iguale la temperatura del aire viciado sin que se mezclen. Muy recomendables para mantener el flujo de la vivienda puro, independientemente de si los usuarios abren las ventanas.
14. Ventilación cruzada
Esta se produce cuando disponemos de aberturas en fachadas opuestas la una a la otra. El aire tiende a circular desde el hueco más grande al más pequeño, contribuyendo a disminuir la temperatura interior.
15. Materiales-Batería
La inercia térmica consiste en aprovechar la capacidad de ciertos materiales "pesados" –sobre todo ladrillos cerámicos, solados de hormigón y baldosas y muros de piedra, como los de la casa F133 en Guadalajara, México, de 0studio– de acumular calor procedente del sol o de la calefacción para luego liberarlo paulatinamente al ambiente cuando esta aportación termina. Si queremos aprovechar la inercia térmica evitaremos construir con sistemas ligeros como los entramados autoportantes.