Hijas y nietas de ebanistas, Ondarreta sigue comprometida en la actualidad con la labor de realizar muebles de primerísima calidad en armonía con el entorno. El movimiento orgánico de la naturaleza recuerda a la forma en que esta empresa familiar se ha ido transformando a lo largo de los años. Ahora, la tradición se ha aliado con la tecnología para dar lugar a un mobiliario aún más sorprendente.

Las sillas son, a día de hoy, las grandes protagonistas de esta empresa. Sillas que habitan en habitaciones de hoteles, en elegantes restaurantes, en modernas oficinas... Que están ahí para descansar, leer, escribir o mantener una conversación. Pero desde Ondarreta defienden que las sillas, sobre todo, se han convertido en cómplices, en silenciosas compañeras de los pequeños instantes que componen una vida.

Los instantes capturados por la cámara de Borja Garmendia, así lo reflejan: sillas que sostienen un abrigo o que reciben montañas de ropa que aún no está lista para volver al armario. Que a veces sirven para transportar objetos y otras como piezas de un juego de niños. El reportaje fotográfico es un homenaje a esta pieza de mobiliario, irresistible para la mayoría de los diseñadores de muebles, que se siguen preguntando cómo una pieza tan básica puede presentar tantas variaciones.

En Ondarreta lo tienen claro. Su misión es que cada nueva colección sea una expresión de su profundo respeto por una herencia artesana de más de cuarenta años y el deseo de evolucionar para mantener un estilo vibrante. "Es esto lo que nos hace levantarnos cada mañana y lo que nos mantiene en pie, en movimiento, afrontando retos y reinventando nuestra empresa", señalan.

Hacer mobiliario para acercar a las personas, crear vínculos y fortalecer relaciones. "Queremos propiciar momentos de conexión, dar vida a espacios nuevos y enriquecer lugares viejos. Que los encuentros tengan más encanto y las reuniones sean más cómodas". Como dice el dicho, no importa tanto qué hay sobre la mesa, sino quién se sienta en la silla.