En Igualada, a unos 60 kilómetros de Barcelona, una pareja joven con dos niñas se enfrentó al dilema de ampliar su vivienda sin renunciar a la ubicación en la que ya vivían. La solución: unir su piso de 77 metros cuadrados con el apartamento contiguo, de 134 metros cuadrados, que habían mantenido alquilado. Para ello, confiaron en Albert Ramoneda Studio, que en apenas cuatro meses ejecutó una reforma integral que dio lugar a una casa de 211 metros cuadrados, con 100 metros de terrazas, diseñada para crecer junto a la familia. "Querían una vivienda polivalente para disfrutar en familia y con amigos, con una estética atemporal pero donde el color tuviera cierto protagonismo", explica Ramoneda.
La intervención respetó la distribución original en la medida de lo posible. La separación entre ambos pisos se encontraba en los salones, lo que permitió abrir la zona de día sin grandes modificaciones estructurales. El nuevo salón-comedor con biblioteca se diseñó como el epicentro de la vivienda, un espacio amplio y flexible que, además de zona de reunión, es un reflejo de la paleta de colores que define toda la casa. "Jugamos con tonos naranjas, terracotas y verdes en las áreas comunes, mientras que en las habitaciones optamos por rosas y carmesíes para las niñas y marrones con un toque de menta para la suite principal", detalla el interiorista. En la zona de noche, la redistribución mantuvo las habitaciones del piso más grande, mientras que las del más pequeño se transformaron en despacho y cocina. La antigua cocina se reconvirtió en una sala de juegos conectada con la terraza, integrando los espacios exteriores en la vida diaria de la familia.
Un ambiente sofisticado desde la entrada
Desde el acceso, el proyecto sorprende con un recibidor donde el papel pintado en el techo y las puertas de roble teñido oscuro generan un ambiente sofisticado. "Los propietarios confiaron completamente en esta apuesta y, cuando vieron el resultado, se enamoraron", recuerda Ramoneda. En este espacio, los marcos de las puertas llegan hasta el techo para potenciar la verticalidad, con herrajes dorados y una iluminación indirecta que refuerza la calidez. La cocina, de Veneta Cucine, se diseñó en tonos neutros con contrastes de negro y nogal rústico. "Buscamos un equilibrio entre funcionalidad y estética, con materiales que aportaran textura y calidez", explica el interiorista. El office incorpora un toque de color mostaza en las sillas de polipropileno, sumando un acento llamativo al conjunto.
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Las curvas se imponen incluso en los sofás, resultado todo muy orgánico.
Elton Rocha
En los baños, el diseño se atreve con tonalidades profundas. En el baño de cortesía, el alicatado en color teja se complementa con griferías en acabado cobre y un mueble de lavabo en porcelánico marmoleado. "Queríamos un efecto sofisticado y una textura que diera carácter al espacio". En el baño principal, en cambio, se optó por colores fríos y materiales texturizados para generar una sensación de calma, con un mueble de roble oscurecido que introduce un contrapunto de profundidad. La biblioteca, integrada en el salón-comedor, es otro de los espacios protagonistas. Todo el mobiliario es a medida, con estanterías lacadas en verde sobre una base de madera de roble. "Las librerías se diseñaron para mantener la continuidad visual con el panelado del salón, buscando que el conjunto fuera fluido y armonioso", explica el estudio.
Mucha luz y personalidad
La iluminación es otro de los ejes del proyecto. "Este piso cuenta con una luz natural espectacular, pero precisamente por eso era clave trabajar la iluminación artificial para matizar los ambientes", apunta Ramoneda. En el salón y el comedor, grandes apliques con difusor dorado funcionan como esculturas lumínicas, mientras que en la biblioteca se optó por luz empotrada en la estructura de las estanterías para resaltar los volúmenes.
Los dormitorios reflejan la personalidad de cada miembro de la familia. En la suite principal, un cabecero de roble con tapizado en menta preside la estancia, combinando con las puertas del vestidor en el mismo tono. "Queríamos que el color tuviera un papel protagonista, pero siempre en equilibrio con la madera y los metales dorados", explica Ramoneda. En las habitaciones infantiles, la gama cromática se inclina hacia los tonos rosados y carmesí, con papel pintado en el baño que introduce un juego de colores y texturas.
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