Un ático privado en una antigua fábrica de lápices es el sugerente principio para esta historia. Sus propietarios son dos amantes del arte y de la música. Ella, Jette Egelund, propietaria de la empresa de diseño danesa Vipp. Él, Mogens Dahl, director de orquesta, al frente de la sala de conciertos Mogens Dahl Concert Hall. Estamos ante un apartamento de dos plantas y 340 m2 en Copenhague, en un edificio de 1930. La reforma ha corrido a cargo de Arcgency, quienes definen el resultado como "un lugar que honra su pasado industrial, marcado por su huella rectangular, muros de ladrillo macizo y ventanas de marco de acero colocadas a un ritmo regular". Jette y Mogens están encantados con su nueva residencia.

La planta baja cuenta con un gran espacio abierto que combina cocina-comedor y salón junto a un piano de cola al que Mogens se sienta cada día para ensayar futuros conciertos y por puro placer, hasta el punto de que sus nietos se acercan a tocar junto a él. En el mismo nivel, un único dormitorio en conexión con el cuarto de baño, un despacho y una biblioteca con atractivos títulos. Subiendo las escaleras de acero nos encontramos con un salón con chimenea y grandes ventanales correderos que dan acceso a una azotea casi del mismo tamaño de la vivienda –320 m2– con un invernadero. Desde aquí es posible disfrutar de Island Brygge, una antigua zona portuaria de Copenhague hoy convertida en una mezcla de edificios de viviendas, oficinas y fábricas salpicadas por talleres artesanales, galerías y salas de ensayo de banda locales. También con vistas al canal, que cuenta con unos baños diseñados por Bjarke Ingels al que la propietaria de Vipp acude tanto en verano como en invierno.

Salón diáfano

Para una estética minimalista se ha trabajado con texturas neutras y mucha luz natural, como en el gran espacio diáfano de la planta baja formado por el salón y el comedor. Las escaleras, con peldaños de roble sin contrahuella, conducen a la zona living del nivel superior. 

Eugeni Pons

Para el interior, los dueños contrataron a la diseñadora de interiores Julie Mølsgaard. Gracias a su labor, muebles de diseño, antigüedades, piezas de arte y reliquias familiares forman un conjunto armonioso y transmiten un ambiente hogareño. La casa tiene grandes ventanales, paredes luminosas y espacio suficiente para reunir a toda la familia. Las soluciones sostenibles se han integrado con naturalidad. Los sistemas de recuperación de calor están incorporados en los suelos. Las paredes se han aislado, pero se han tratado para que parezcan originales. Y todas las soluciones de madera se han diseñado para maximizar la evaporación y, por tanto, la vida útil. "El proyecto es un ejemplo del potencial de la reutilización adaptativa cuando se dedica tiempo y cuidado al proceso de reprogramación y reconstrucción", dicen los arquitectos.

Uno de los lugares de encuentro es la cocina. De acero negro –de Vipp, cómo no–, contrasta con los suelos de madera y la mesa y las sillas de roble claro, también de la marca danesa. "A menudo me imagino lo que diría mi padre –de quien heredó la empresa– si me viera cocinando en una cocina Vipp. En vida de él, la línea de productos consistía únicamente en una variedad de cubos de basura. Hoy abarcamos desde un gancho hasta un concepto de hotel y desde una jabonera hasta un sistema modular de sofás", dice Jette. Los tiempos cambian, pero ni en la vida ni en el diseño es recomendable partir de cero. Es más conveniente honrar el pasado e, incluso, celebrarlo, hacerlo presente y darle el espacio que merece tanto mental como físicamente. Con piezas memorables que nos enseñan que a veces la inteligencia emocional puede llegar a ser incluso más creadora que la artificial.