Situada en Molins del Rei, a quince kilómetros al este de Barcelona, esta icónica vivienda noucentista había vivido muchas vidas y no todas buenas. A lo largo de las décadas, los 450 metros cuadrados de su estructura primigenia habían sufrido distorsiones y reformas de diverso calado hasta casi borrar el espíritu y la esencia de su arquitectura.

Por suerte, sus nuevos dueños decidieron reivindicar sus hechuras originales encargándole el proyecto a Meritxell Ribé y Josep Puigdomènech, de The Room Studio. “Los propietarios buscaban una intervención especial, a la altura de la casa, que con mucho respeto le devolviese el alma perdida, aunque adaptándola a los tiempos actuales”, cuentan los autores. Para conseguirlo prescindieron de un añadido exterior que “emborronaba” la fachada para conectar las tres plantas de la masía a través de una escalera circular para la que diseñaron una barandilla a medida.

En el sótano situaron el garaje, el gimnasio, un aseo y el lavadero. En la planta baja desbrozaron la entrada primitiva, liberándola de capas de intervención, y abrieron un recibidor que fluye hacia el salón, la cocina y un comedor interconectados entre sí mediante la réplica exacta de las fantásticas puertas originales de aires novecentistas.

Cocina con isla de piedra

Destaca la encimera de la isla de cocina, de piedra natural.

Eugeni Pons | Estilismo: Bea Torelló | Proyecto: The Room Studio

En el primer piso se sitúan los tres dormitorios, entre ellos el principal con su vestidor y baño y una sala de juegos. Por último, el espacio bajo la cubierta aúna un rincón dedicado a los más pequeños de la familia con una amplia sala de cine encaramada a unos arquitectónicos escalones bajo el espectacular entramado de vigas de madera y la bóveda cerámica. “Todos los elementos de la estructura fueron restaurados y recuperados, despojándolos de cualquier añadido que pudiera ocultarlos para mostrarlos en su esplendor original”, prosiguen desde el estudio.

La escalera y las ventanas monacales encaladas de la última planta son un ejemplo de ese empeño por respetar el espíritu inicial de Can Madurell, que contrasta con las piezas de diseño cuidadosamente elegidas. “En cada rincón, el pasado y el presente se entrelazan armoniosamente”, destacan en The Room Studio, que para enfatizar ese contraste colocaron sabiamente lámparas de los Castiglioni, taburetes de Alvar Aalto, sillas de Pierre Jeanneret y diseños contemporáneos nórdicos de Menu o New Works. “Es, más que una mera remodelación, una reinvención, un homenaje a la historia de la finca que la prepara para contar nuevas anécdotas y experiencias en décadas venideras”, concluyen sus redescubridores.