En un mundo donde lo nuevo parece reinar, a veces olvidamos la belleza de lo que ya existe. Hay algo poético en tomar una casa que ha visto pasar generaciones y transformarla en un hogar moderno sin perder su esencia. En la localidad valenciana de Catarroja, el estudio Ana Martí ha hecho exactamente eso: ha abrazado el alma de una vivienda de toda la vida y la ha elevado, sin excesos innecesarios, hacia una nueva etapa. Y en ese proceso, han logrado algo más que una renovación; han tejido una narrativa que respira respeto por lo antiguo, a la vez que celebra la vida moderna.

Recuperar lo que ya está ahí es, en cierta manera, como encontrar un tesoro oculto en el desván. Lo viejo no es sinónimo de caduco, sino de valioso, de cargado de historias que esperan ser contadas de nuevo. Como una novela que pasa de manos de un abuelo a su nieto, la casa de Catarroja se ha convertido en una historia que entrelaza la tradición con la vanguardia, logrando un diseño mestizo donde conviven armoniosamente lo clásico y lo moderno.

 

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