Al caminar por el terreno donde hoy se alza Micazza, lo primero que se percibe es el horizonte amplio, la topografía inclinada y la sensación de estar en un punto de equilibrio entre la naturaleza y la arquitectura. Diseñada por Yuri Miranda y Douglas Costa, del estudio NIU Arquitetura, esta residencia de 399,63 metros cuadrados en Cristais Paulista, en el estado de São Paulo, se sumerge en la geografía del lugar sin alterar su esencia. Cristais Paulista, conocida como "la tierra del café" es un municipio donde la historia geológica se entrelaza con la vida cotidiana. Su nombre proviene de los cristales de cuarzo que, mezclados con la grava, abundan en la región. Pero si algo caracteriza este entorno es su belleza natural, un factor determinante para los propietarios, quienes buscaban una casa que "dialogara con el paisaje", permitiendo la entrada de luz natural y promoviendo una conexión constante con el exterior.
Un diseño que abraza la amplitud del terreno
Lejos de imponerse al paisaje, Micazza se acomoda a su inclinación natural, evitando grandes movimientos de tierra. Su disposición paralela al horizonte permite que cada rincón disfrute de vistas despejadas y una ventilación cruzada. “El trazado lineal nos permitió reducir el impacto ambiental y optimizar recursos, haciéndolo más sostenible y eficiente”, explica Douglas Costa. La arquitectura establece un juego de contrastes entre privacidad y apertura.
La fachada principal, que da a la calle, se concibe como un volumen más cerrado, garantizando discreción y resguardo. En cambio, la fachada posterior se abre por completo al jardín, creando un flujo orgánico entre el interior y el exterior. Esta relación con el paisaje no es solo funcional, sino también conceptual: el proyecto equilibra robustez y ligereza, protección y exposición, intimidad y amplitud.
El corazón social es una cocina pensada para la convivencia
En una casa diseñada para vivir el paisaje, la cocina tenía que ocupar un lugar privilegiado. Concebida como el corazón social de la vivienda, se ubica estratégicamente con vista al jardín y al horizonte. Su diseño integra una gran isla central que se prolonga en una mesa de comedor, favoreciendo la interacción fluida entre quienes cocinan y quienes comparten el espacio. La selección de materiales refuerza esta sensación de acogimiento y sofisticación. Muebles en tonos de madera natural conviven con paneles oscuros, creando una dualidad visual entre lo cálido y lo elegante. Los detalles en paja añaden un guiño rústico, evocando el entorno campestre sin perder la contemporaneidad del diseño.
Interior y exterior conectados
Uno de los principios que rige el proyecto es la uniformidad espacial. “Para reforzar la base neutra y aumentar la sensación de amplitud, adoptamos un gres porcelánico de gran formato en tono gris para revestir todo el suelo de la casa”, explica Yuri Miranda. Esta decisión unifica visualmente los ambientes y además permite que los elementos decorativos y el mobiliario destaquen con mayor fuerza. Los marcos de las ventanas han sido cuidadosamente elegidos para garantizar una transición fluida entre el interior y el exterior, maximizando las vistas y manteniendo la conexión con la vegetación circundante. En los dormitorios y espacios privados, la disposición permite que la luz natural modele los volúmenes, proyectando sombras que varían a lo largo del día.
Uno de los retos del proyecto fue integrar la piscina sin que se convirtiera en un elemento intrusivo. Su ubicación a nivel de la zona social permite una conexión visual directa con la casa, mientras que su disposición estratégica favorece la circulación sin interrupciones. Además, se priorizó la privacidad de los usuarios, asegurando un espacio de ocio íntimo y resguardado. La zona de estar exterior se diseñó en función de la seguridad y fluidez del recorrido, evitando puntos de riesgo y maximizando el aprovechamiento del espacio. La circulación alrededor de la cubierta y la piscina enfatiza la interacción social y el disfrute del paisaje, enmarcando el horizonte con una continuidad arquitectónica sutil.
Un paisajismo inspirado en Burle Marx
El diseño del jardín es una de las piezas clave del proyecto. Inspirado en la obra del artista y naturalista brasileño Roberto Burle Marx, el paisajismo combina vegetación autóctona, formas orgánicas y una composición artística que dialoga con la arquitectura. Sus jardines, que se asemejan a lienzos abstractos, convierten el trazado natural en una obra de arte viva. “El éxito de un proyecto de arquitectura contemporánea con piscina y paisajismo reside en crear un equilibrio entre los espacios interiores y exteriores, utilizando distintos tipos de especies para generar armonía y sostenibilidad”, señala Miranda. Con este enfoque, la selección de plantas se realizó teniendo en cuenta el clima, la topografía y la iluminación natural, reduciendo la necesidad de mantenimiento y asegurando un ecosistema funcional y bello.
Lejos de ser una simple vivienda, Micazza es una extensión del entorno, un refugio donde el paisaje se convierte en parte esencial de la experiencia cotidiana. Una arquitectura que celebra el paisaje.