Algunas casas te atrapan con su historia, otras con su diseño. Esta lo hace con ambas cosas. Situada en una construcción centenaria que ha renacido de sus propias ruinas, el proyecto firmado por el arquitecto Ignacio Morente y el estudio Bonart Interior Design es una declaración de principios: preservar lo esencial, eliminar lo superfluo y diseñar un espacio que no imponga, sino que se adapte.

Los espacios abiertos son la clave.
Pol Viladoms
Sin muros que delimiten usos y con una distribución resuelta a través de plataformas a distintos niveles, esta vivienda de 200 metros cuadrados no entiende de convenciones. Es un espacio flexible, concebido para evolucionar con quien lo habita. Y en su diseño, la cocina—ideada por la directora creativa de Bonart, Rosa Mª Zapater, con materiales y diseños de la firma italiana Modulnova—juega un papel fundamental.
Un pasado industrial con un presente sofisticado
El edificio que alberga esta vivienda tiene más de un siglo de historia. Durante décadas, su estructura de esencia industrial quedó relegada al olvido, hasta que el estudio decidió intervenir con un enfoque claro: “La visión del propietario era intervenir lo mínimo posible para preservar la autenticidad del lugar”. Y eso hicieron. Se respetaron las huellas del tiempo, potenciando la estructura original con un diseño sobrio y honesto.

Una construcción con más de 100 años renovada.
Pol Viladoms
El resultado es un interiorismo atemporal, sin alardes ni tendencias pasajeras, donde la sobriedad y la autenticidad son las claves. “No busca seguir tendencias, sino encajar en la historia del lugar”, explican desde Bonart. Un ejercicio de equilibrio que convierte la casa en un contenedor de experiencias, no en una exposición de estilos prefabricados.

Todo en un mismo ambiente.
Pol Viladoms
La cocina-hall: un manifiesto de diseño
Si hay un espacio que sintetiza la filosofía de este proyecto, es la cocina. Diseñada por Rosa Mª Zapater y materializada con las soluciones de Modulnova, trasciende la función culinaria para convertirse en un punto de conexión dentro del hogar. “Uno de los mayores retos fue diseñar una cocina que encajara con la arquitectura del espacio sin romper su armonía”, cuentan desde Bonart. La respuesta la encontraron en el Leaf Metal de Modulnova, un material de acabado metalizado con una base innovadora: PET reciclado a partir de tapones de plástico.

Si hay un espacio que sintetiza la filosofía de este proyecto, es la cocina.
Pol Viladoms
“El Leaf Metal de Modulnova es el resultado de un avanzado trabajo de I+D, donde el diseño, la innovación y la sostenibilidad se fusionan para ofrecer un acabado efecto metalizado de alta calidad”, explican. Más allá de la estética, la apuesta por este material responde a una cuestión de coherencia. Al emplearlo en armarios y encimeras, el equipo de Bonart logró que la cocina se perciba como una prolongación natural del resto de la vivienda, sin quiebres visuales ni artificios.
“El material del suelo se fusiona con la cocina, creando una sensación de continuidad y armonía. Además, los tonos de la cocina y de la casa se unifican, lo que refuerza la cohesión visual entre ambos”, añaden.

Conexión de espacios.
Pol Viladoms
El espacio como lienzo en blanco
Con una estructura abierta y sin divisiones internas, esta vivienda desafía la idea de que los espacios diáfanos pueden resultar fríos o impersonales. “Las claves para que un espacio diáfano sea acogedor incluyen el uso de materiales y colores que favorezcan la armonía y la continuidad visual”, explican desde Bonart. Aquí, cada elemento responde a ese principio.

Doble altura.
Pol Viladoms
Desde la elección de la paleta cromática hasta el diálogo entre materiales, todo está pensado para que la casa funcione como un sistema orgánico. La arquitectura marca el ritmo y el interiorismo afina los matices, logrando un resultado que se siente a la vez fluido y estructurado.
Una historia de confianza y legado
El cliente de este proyecto no era un desconocido para Bonart. De hecho, la relación se remonta a una generación atrás. “Los propietarios son una pareja joven con una historia especial con Bonart. Sus padres, años atrás, confiaron en nosotros para amueblar toda su casa, y ahora ellos han decidido continuar con este legado, viniendo a Bonart para diseñar su cocina y seleccionar su mobiliario”. Un gesto que trasciende lo comercial para convertirse en una cuestión de confianza.

El dormitorio en la planta inferior.
Pol Viladoms
Esa conexión emocional con el espacio también se refleja en la forma en que se concibió la vivienda. “Mi mayor fuente de inspiración proviene del contacto directo con las personas que van a habitar el espacio”, explican. Más que imponer una visión predefinida, la clave estuvo en escuchar, interpretar y materializar las necesidades reales de los propietarios.
Al finalizar el proyecto, si hay un espacio que resume su éxito, es la cocina. “Ha sido diseñada para integrarse en la casa con una estética impecable y una funcionalidad óptima, logrando el equilibrio perfecto entre modernidad y autenticidad”, aseguran desde Bonart. Y es precisamente en ese equilibrio donde reside la verdadera maestría de este proyecto: en su capacidad de ser contemporáneo sin olvidar de dónde viene.

Exterior de la casa.
Pol Viladoms
En esta casa, la flexibilidad es la misma esencia. Una arquitectura que respira, un interiorismo que acompaña y una historia que sigue escribiéndose con cada nuevo habitante.