"Este piso lo hice para mí y mi familia", arranca la diseñadora Ariana Ahmad sobre su casa en Moscú. "Quería disfrutar de cada detalle del interior, de los materiales y de sus acabados texturizados para que jugaran entre sí. Y lo más importante: aquí tuve la oportunidad de hacer todo lo que quisiera, con audacia y estilo".
La propia distribución ya es una declaración de intenciones. Conviven un área común la cocina, el comedor y la sala de estar con cinco ventanas a tres vientos: las vistas al centro de la ciudad son espectaculares. "Como se trata de un un piso muy alto, se ven los cinco famosos rascacielos, la curva del río y, por las noches, es impresionante ver cómo se van encendiendo las luces de la gran ciudad", confiesa.
En el salón, despejaron hasta la estructura para aprovechar al máximo la altura de los techos que, en esta zona, alcanzan los tres metros. Se trata de una de las pocas zonas en color blanco de una vivienda oscura (además del dormitorio infantil) y la preside un escultórico espejo convexo de Christophe Gaignon.
Tras la cocina, en acero inoxidable, se diseñó un cubo hecho de mármol que alberga el baño y el cuarto con lavadora. Desde el pasillo formado por ese cubo y a través de una pared de vidrio, se ve el dormitorio principal cuya ventana aporta la luz natural al pasillo. A la izquierda, se encuentra la enorme habitación para los niños con una cama litera.
Si la disposición ya es diferente, no lo son menos los materiales elegidos. "Quería hacer el espacio con espíritu de lujo austero", asegura la propietaria, que lo logró con techos de hormigón, acero inoxidable, paredes blancas destinadas al arte y una estratégica manipulación de la luz. Y sobre todo, mármol: vemos el mismo en la cocina, en la isla, en el lavabo, en los taludes de las ventanas y en los zócalos. "Combiné los materiales intuitivamente, de tal manera que todos resultaran más lujosos", añade.
"Me gusta cuando las ventanas se ven de inmediato desde la puerta principal: se crea una sensación de espacio aireado", explica sobre la audaz decisión de realizar en vidrio la pared del dormitorio principal, donde una cortina opaca permite jugar con la privacidad. "Elegí cada objeto con mucho cuidado, cada uno de ellos juega su papel fuerte en el espacio, cada uno enfatiza la belleza del otro", se despide.