Situada en un monte escarpado de Flinders, sobre la bahía de Western Port, en Australia, y rodeada por un jardín natural, se levanta esta construcción acristalada con privilegiadas vistas a Phillip Island. El proyecto, obra del estudio Rob Kennon Architects, con sede en Melbourne, está concebido para dar respuesta a las necesidades de una familia con niños pequeños y poder disfrutar del entorno con un planteamiento sereno que se abre al exterior a la vez que se repliega de puertas de puertas para adentro.

Vista desde fuera, la vivienda parece presentar una sola planta en voladizo, sin embargo, la realidad es otra. Gran parte de la construcción está anclada con firmeza a la tierra, ocultando un nivel inferior para el que Rob Kennon ha utilizado sus paredes de hormigón como cimientos. Todo ello se debe a la cercana situación de la vivienda a una línea de falla, lo que hace que el sótano actúe como un profundo punto de apoyo, anclando la casa en lo profundo del monte escarpado. En este nivel inferior es donde se encuentran las habitaciones de los niños que, pese a estar parcialmente enterradas, cuentan con ventanas de ranura alargada a lo largo del perímetro que aporta una luz natural tenue al interior.

El enfoque de la casa no es convencional, con la terraza delantera como una habitación informal al aire libre. Tras una primera parte semicubierta, la planta principal cuenta con el espacio conjunto de cocina, comedor y salón, además del dormitorio principal con baño. Todos ellos presentan como común denominador el suelo de terrazo y los revestimientos en roble americano, así como la carpintería de cocina y salón, estratégicamente diseñada para abrirse, dejando a la vista zonas de trabajo y almacenamiento (con televisor incluido), respectivamente, y cerrarse cuando no se estén usando. De este modo, el conjunto del espacio de día queda compacto y armónico, proyectando una sensación de paz que parte de la propia esencia del lugar, que emana de dentro y se envuelve del paisaje de fuera.