Aunque, oficialmente, Sin Nombre es la residencia privada en México de los fundadores de OHLA Studio, también es un lugar para que creativos y coleccionistas participen de una experiencia inmersiva, ya sea durante unas horas o por un período más largo de tiempo. Giulia Zink y Mat Trumbull firman, junto al estudio Associates Architecture, este proyecto de arquitectura holística en tonos neutro.
Cuando vas de visita y alguien te dice aquello de que "estás en tu casa", no hay que tomárselo demasiado en serio. Aunque en casos como el que nos ocupa, esta expresión podría tomarse casi al pie de la letra. Situémonos. Estamos en San Miguel de Allende, un municipio en el centro de México.
La italiana Giulia Zink y el estadounidense Mat Trumbull, pareja de creativos residente en San Francisco y fundadores del estudio OHLA, deciden trasladarse allí a causa de las restricciones en la ciudad californiana durante la pandemia y desarrollar el proyecto de la casa-taller Sin Nombre.
Pero a medida que avanzan las obras junto al estudio Associates Architecture, se dan cuenta de que el espacio puede convertirse en su nueva residencia y deciden mudarse definitivamente a México.
"El proyecto evolucionó hasta desdibujar la línea que separa la arquitectura del diseño conceptual", cuenta Giulia. Vistas las circunstancias, decidieron compartir sus 240 m2 de una forma inusual: mediante un programa de visitas y otro de estancias.
En el primer caso, "invitamos a nuestros huéspedes a explorar lo que hemos construido aquí durante noventa minutos, sin distracciones. Durante este tiempo son libres de hacer lo que quieran: ducharse al aire libre, echarse una siesta o contemplar una puesta de sol".
En el segundo, les invitan a quedarse y trabajar durante unos días o semanas, como a Pilar de Ariño, Ricardo Acuña, María Pacheco y Luis Garván. "Una estancia puede culminar en una exposición o en un concierto", explican. "Una creación engendra otra y el ambiente alimenta cualquier acción destinada a insuflar arte en la vida y vida en el arte".
Un lugar inspirador
Los artistas tienen aquí a su disposición todas las herramientas que un entorno alentador puede ofrecerles. Un zócalo monolítico de piedra conduce a la puerta de acceso, desde donde un estrecho callejón lleva al interior.
Ya dentro, la distribución gira en torno a los patios: al de la primera planta, que conecta con la cocina, el comedor y el salón mediante puertas pivotantes de cristal, y a los dos del segundo piso, uno para cada dormitorio. El diseño culmina con una terraza en la azotea con unas vistas en 360º de la ciudad.
"No hay ventanas que den al exterior, así que cada espacio recibe la luz del sol desde su propio claustro", revelan. La única abertura es un pequeño hueco cuadrado en el dormitorio que mira hacia el tejado abovedado de la iglesia de la Inmaculada Concepción de San Miguel.
Ejercicio de coherencia
Todos los materiales están aplicados para ofrecer una agradable sensación de continuidad. Asimismo, los muebles, los objetos, las alfombras y hasta los maceteros que visten la casa tienen la misma autoría, la de los propietarios.
Giulia y Mat han bautizado esta "colección permanente" como Alcocer, un homenaje a las tradiciones de su país, a su cultura y a sus artesanos.
Contra lo que pueda sugerir su apelativo, la casa Sin Nombre no está huérfana de referencias a todo aquello que hace de un espacio un lugar estimulante.