Japón, plástico, metal, geometría y una pizca de (post) modernismo. Este apartamento en la localidad de Olkusz (cerca de Cracovia) obra de Furora Studio ha logrado reunir estilos decorativos y de diseño aparentemente muy distintos pero que aquí encajan a la perfección. ¿Su secreto? Que sus propietarios son los mismos fundadores del estudio y lo utilizaron casi como un campo de pruebas.
Según explican desde el propio estudio, este apartamento, que bautizaron cono Cornflowers, es la vivienda de sus dos fundadores, Diana Żurek y Bartosz Girek, por lo que se usaron soluciones atrevidas y poco convencionales que posteriormente mostrar a sus clientes. "La naturaleza del apartamento fue indudablemente influenciada por el estilo japonés pero también por el diseño danés y de la Bauhaus. Eso sí, con una gran dosis de elementos modernos, muchas veces acompañados de fríos metales cromados y acrílicos", cuentan desde el estudio.
En total, la vivienda cuenta con un total de 70 metros cuadrados y se ha redistribuido totalmente para hacer de un antiguo pasillo parte de la cocina y el baño y agrandar todos los espacios. "Es un proyecto lleno de tonos azul klein, blanco monocromático y chapas de nogal", señalan desde Furora.
En salón es uno de los principales espacios de la casa y está totalmente conectado con una cocina americana donde se juega con bloques monolíticos, armarios metálicos y en color azul klein. Círculos, cuadrados, semicírculos y triángulos se superponen en en este salón-cocina donde cada mueble se ha diseñado al detalle y con una gran vena arquitectónica. "Es una composición que no solo es funcional, sino también estética".
El interiorismo se completa con iconos del diseño polaco contemporáneo y clásicos de la Bauhaus de Dessau como la butaca Wassily. Las paredes se han pintado de un sencillo blanco y se han revestido en parte con la misma madera de nogal oscurecido con la que se han diseñado algunas de las piezas de mobiliario.
En el dormitorio, que se encuentra en el lado opuesto de la casa, se ha apostado por colores más cálidos y por un revestimiento de piedra que llega hasta el hall. Además, el armario se ha revestido en tela, recordando casi a una pared japonesa de estilo shoji. "Los tonos beiges y marrones se combinaron con el acabado de la pared de piedra y contrasta con los tonos azules del cabecero de la cama. También hay tonos como el rojo gracias al cuadro con un patrón abstracto".
Al igual que en el salón, la geometría está presente en el baño, que se ha teñido de un original azul claro, gracias a unos círculos estaban grabados en relieve en paneles de las paredes. El espacio se completa con un moderno lavabo suspendido, una chapa oscura y un azulejo de color crema que emula la piedra.
Por último, en el estudio del apartamento reina una mesa de grandes dimensiones de madera y sobre de cristal en un tono verde que refleja la luz y que se conjuga con muebles de la época soviética de Polonia y armarios de acero. "Este es un espacio aparentemente simple y limpio pero con muchas soluciones interesantes de materiales y colores", concluyen desde el estudio.