La ciudad alemana de Hamburgo suma otro icono a su lista de tesoros arquitectónicos: la nueva Montblanc Haus firmada por el estudio español Nieto Sobejano Arquitectos. Tan enigmático como directo, un volumen lineal de cien metros de longitud da forma al edificio que alberga la historia de la firma a través de una experiencia permanente. Fruto de un concurso celebrado en 2016, la peculiaridad de la ubicación fue uno de los primeros retos a los que se enfrentó el estudio: "El entorno siempre es el punto de partida. Montblanc decidió que fuese en la misma fábrica, una decisión estratégica e interesante. Se trata de un área industrial muy atractiva y fuera del centro", explican los autores.
UN ESTUCHE EMBLEMÁTICO
El proyecto debía representar la excelencia e identidad de una firma histórica como la de la estrella blanca. Cuando Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano se preguntaron cómo interpretar esa identidad, surgió una analogía sencilla y efectista: la traslación del icónico estuche negro de la marca. "Es un edificio muy directo en su exterior que esconde mucha complejidad en su interior. Igual que las plumas de Montblanc, que son objetos con una estética muy elegante, pero que cuando las miras por dentro encuentras toda esa complejidad de elementos diseñados para generar una escritura perfecta". La fachada principal de hormigón texturizado, que evoca al macizo montañoso que da nombre a la marca, es un elemento vivo: "Pretendíamos que siguiera el trazado de la mano cuando dibuja con una pluma, por eso tiene diferentes capas y distintas ondulaciones", apuntan. Y, en oposición a este elemento, el interior sorprende al visitante al entrar y encontrarse con un espacio de tres plantas en sombras de blanco con una cúpula que deja pasar la luz natural.