En la parte sur de la ciudad de Malé Kyšice, en una zona boscosa de la República Checa, el terreno en el que antes se encontraba una clásica cabaña de montaña ahora se ha erigido una casa pasiva que sorprende, en primer lugar, por su imagen. El edificio se ha diseñado con una de sus paredes de forma totalmente circular, con muros de hormigón a la vista y techos de madera. Su interior es, sin embargo, lo que más innovador resulta: es capaz de calentarse con la energía del sol, aprovecha al máximo el agua de lluvia y apenas genera residuos.
Según explican desde el estudio Stempel & Tesar, artífices del proyecto, la nueva vivienda se ha hecho en base a las demandas del cliente y su forma de vida, impregnando cada detalle de ello. Por eso, se ha buscado en todo momento la autosuficiencia abriendo el edificio a los rayos del sol como un abanico y buscando aprovecharlo económicamente. "Gracias a su forma, el interior acoge tanto los primeros como los últimos rayos de sol. Pero la casa también sabe cómo evitar el sobrecalentamiento, gracias a un techo voladizo y un parasol horizontal que protege las ventanas del sol del mediodía en verano y hace las veces de balcón en la planta superior", señalan desde el estudio.
La autosuficiencia del edificio se ve reforzada por una estufa con un intercambiador de calor que permite el flujo de aire al estar situada bajo la escalera que une ambas plantas. La planta baja del edificio alberga una sala de estar, cocina y comedor, mientras la de arriba cuenta con cuatro dormitorios. Los muebles empotrados se han colocado entre las vigas de tal manera que las habitaciones se asemejan a los camarotes de un barco.
En cuanto a materiales, está construida principalmente con un material renovable como la madera. Además se utilizaron numerosas técnicas constructivas para aislar la vivienda y fomentar su eficiencia como añadir los muros de hormigón en las paredes más frías, creando así una acumulación natural de calor.
Por otro lado, el agua es otro de los elementos que más se han tenido en cuenta en la obra. Y es que un pequeño estanque acumula el agua de lluvia, que luego se usa para regar el jardín, y además la casa no vierte aguas residuales en las alcantarillas locales. Toda el agua se usa al menos dos veces. Por último, la vivienda esconde una sorpresa: enterrado bajo el jardín hay una bodega prefabricada hecha de plástico reciclado.