Estaba en las quinielas junto a Elizabeth Diller, pero finalmente, después de varios años como un firme candidato, se lo ha llevado. Hablamos del británico David Chipperfield, de 70 años, el ganador del Premio Pritzker 2023, el "Nobel" de la arquitectura.
¿Qué puede decirse de Sir Chipperfield? Sutil pero poderoso, tenue pero elegante, es un arquitecto prolífico y radical en su moderación, que demuestra su reverencia por la historia y la cultura, al tiempo que honra los entornos construidos y naturales preexistentes. Sus obras se caracterizan por la funcionalidad y accesibilidad en los edificios que ha construido desde cero; en aquellos que se ha encargado de renovar y reacondicionar, lo ha hecho mediante un diseño moderno y atemporal que afronta la urgencia de la crisis climática, pero que también transforma las relaciones sociales y revitaliza las ciudades.
"Me siento abrumado por recibir este extraordinario honor y por estar asociado a los anteriores galardonados, que tanto han inspirado a la profesión", señala Chipperfield. "Me tomo este premio como un estímulo para seguir dirigiendo mi atención no sólo a la esencia de la arquitectura y su significado, sino también a la contribución que podemos hacer como arquitectos para abordar los retos existenciales del cambio climático y la desigualdad social. Podemos desempeñar un papel más destacado y comprometido en la creación no sólo de un mundo más bello, sino también más justo y sostenible. Debemos estar a la altura de este reto y ayudar a inspirar a la próxima generación para que asuma esta responsabilidad con visión y valentía". Grandes palabras, llenas de significado, que avalan sus más de cien obras, que abarcan más de cuatro décadas de trabajo.
Edificios cívicos, culturales o académicos; residencias privadas y planes urbanísticos en Asia, Europa y Norteamérica. El compromiso de Chipperfield con una arquitectura de presencia discreta pero transformadora del ámbito público, es reconocible pero desde la austeridad, manteniéndose al margen de tendencias y modas.
David Chipperfield "ha hecho su trabajo", y lo ha hecho (más bien, sigue en ello) equilibrando relevancia y discreción. En todos los casos ha elegido hábilmente las herramientas que son instrumentales para el proyecto en lugar de las que podrían celebrar únicamente al arquitecto como artista. Este enfoque tan alejado de la arquitectura como espectáculo explica por qué un arquitecto extremadamente dotado puede casi desaparecer cuando trabaja en la restauración o renovación de edificios existentes y obras maestras de la arquitectura. Así sucedió en la Isla de los Museos o en el caso de la emblemática Neue Nationalgalerie de Mies van der Rohe, ambos en Berlín.
También explica por qué el amplio espectro de habilidades de Sir David Chipperfield aparece en su totalidad cuando se le pide que construya desde cero. Siempre caracterizados por la elegancia, la moderación y un sentido de permanencia, sus edificios exudan sobriedad, sorpresa y presencia. En una época en la que lo exagerado o la provocación es el camino de muchos, siempre logra el equilibrio entre un lenguaje arquitectónico moderno y minimalista y la libertad de expresión, entre la abstracción y una elegancia rigurosa nunca exenta de complejidad. Rigor, consistencia, elegancia. Son sin duda las cualidades de un ganador.
Tras graduarse en la Kingston School of Art en 1976 y en la Architectural Association School of Architecture de Londres en 1980, Chipperfield rabajó con Douglas Stephen, Norman Foster (Premio Pritzker 1999) y el difunto Richard Rogers (Premio Pritzker 2007) antes de fundar David Chipperfield Architects en 1985, que más tarde se amplió con oficinas en Berlín (1998), Shanghai (2005), Milán (2006) y Santiago de Compostela (2022).
Algo queda de aquel joven arquitecto que empezó su carrera diseñando el interior de una tienda para Issey Miyake. En 1989 se estrenó en su país con su primer edificio, un museo, una tipología de edifico que le ha acompañado desde entonces, encargándose de construir o remodelar varios de ellos, como el Gotoh Museum, (1991), el Saint Louis Art Museum o el Museo Jumex (2013) y la Kunsthaus de Zürich (2020). Continuó su trabajo en el extranjero, con un éxito temprano por la reconstrucción y reinvención del Neues Museum (Berlín, Alemania, 1993-2009) y la recién construida James-Simon-Galerie (Berlín, Alemania, 1999-2018). Pero eso no es todo. Se encargó de la remodelación de la Royal Academy de Londres (2020) y ha ido combinando la creación de residencias privadas (magnífica su colaboración con Robert Stephan en Múnich, en 2022) y tiendas (como la joya en travertino que hizo para Brioni en Roma) con proyectos más "divertidos", como la línea de maletas que lanzó el año pasado junto a Tsatsas.
En los últimos años, ha desarrollado un profundo cariño y devoción por Galicia, una de las regiones más pobres de nuestro país. Con la creación de la Fundación RIA en 2017, Chipperfield patrocina la investigación, promueve ideas y alinea el desarrollo futuro fomentando la protección local de los entornos naturales y construidos relacionados con los desafíos globales a lo largo de la costa de la Ría de Arousa.