Las barreras a una arquitectura prefabricada rápida y eficiente que abarque cualquier tipología constructiva van cayendo poco a poco. El hormigón prefabricado, diseñado originariamente para ejecutar en tiempo récord edificios industriales, no tardó en demostrar también sus virtudes para realizar viviendas aisladas de gran calidad, bien mediante soluciones modulares, bien con elementos prefabricados que luego se trasladan al emplazamiento para crear la volumetría definitiva.
Ahora, este material ha dado un nuevo paso adelante revelando su fiabilidad para levantar edificios en altura, lo que abre un gran abanico de oportunidades para la renovación del parque urbano de viviendas. Lo demuestra el proyecto PENSI en L'Hospitalet de Llobregat (Barcelona), diseño del arquitecto Ivan Llach, del estudio TAAB6, el primer edificio industrializado de viviendas en altura entre medianeras en el que la estructura y las fachadas se han realizado mediante elementos de hormigón prefabricados de la firma Hormipresa.
La solución industrializada permite construir sistemas abiertos libres de elementos estructurales que pueden ser adaptados a cualquier momento o situación. Los elementos estructurales tales como pilares, muros de carga y placas alveolares se pueden dejar vistos; de esta manera se evitan los revestimientos de los elementos portantes como sucede habitualmente en la construcción in situ y se garantiza una mayor durabilidad en los acabados interiores.
Según el estudio económico realizado para el edificio, y tomando como referencia un estudio detallado que compara sistemas tradicionales con sistemas industrializados para la edificación en altura, el precio de ejecución material (PEM) de la solución industrializada es aproximadamente un 10% superior a la tradicional, y el precio de ejecución por contrato (PEC), un 0,5%.
Sin embargo, este ligero sobrecoste queda de sobras compensado no solo por un plazo de ejecución mucho menor que en un edificio convencional, sino también por la disminución de los costes en las tareas de intervención durante la etapa de servicio del edificio, por mantenimiento, reparación, sustitución y/o rehabilitación.
Ello sin olvidar otras ventajas en materia de eficiencia, seguridad y salud, tales como la reducción de las emisiones de CO2, la reducción prácticamente a cero de los residuos en obra, menos riesgos laborales y la mejora de la calificación energética gracias a la elevada inercia térmica del hormigón. Todo ello ha permitido que el edificio alcance una clasificación energética A.
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