Hasta hace apenas un año eran contadas las experiencias de grandes firmas de diseño con el plástico reciclado. Mención especial merece M114, que gracias a la voluntad de su editor jefe, Gabriel Moragas, presentó en 2011 la silla Green, un producto que costó de entender entonces, pero que a día de hoy es un clásico del ecodiseño. Hacia las mismas fechas, en EE. UU., Emeco lanzó en colaboración con Coca Cola una versión de la Navy, que tradicionalmente había sido de aluminio, hecha con PET reciclado de botellas.
El enfoque circular en sillas quedó latente durante unos años hasta que Ikea, de la mano de los suecos Form Us With Love, lanzó Odger en 2017, una pieza de máxima resistencia, factura impecable, múltiples acabados y en la que el plástico reciclado se empleaba en toda su estructura, no solo en el asiento.
Y llegó 2019 y el Salone de Milán demostró lo que todos esperábamos: que las experiencias de osados editores aventureros por fin se habían convertido en la norma. El plástico reciclado había sido elevado a la categoría de diseño y dejaba de ser una opción nicho para comenzar a formar parte del día a día. Ahora, un año más tarde, vemos cómo continúa su auge, se consolida la apuesta y se normaliza en las fábricas y estudios de diseño.