En la calle paralela a la rue Yves Saint Laurent, en el barrio de Gueliz y con vistas al Jardín Majorelle y el famoso museo del modista, se levanta un volumen ornado por arcos y de formas envolventes cuya tonalidad rosada rememora los colores del desierto y el barro típico de las cerámicas tradicionales. Es Maison Brummell Majorelle, una casa construida por la arquitecta neozelandesa Bergendy Cooke y el arquitecto marroquí Amine Abouraoui por encargo del hotelero austriaco Christian Schallert. El diseño arquitectónico, la presencia del agua y la vegetación circundante lo convierten en una joya de alojamiento que, además, de estar ubicado en pleno barrio de moda, a pocos pasos de los mejores restaurantes y tiendas de moda y accesorios, consta de tan solo ocho habitaciones con capacidad para 16 huéspedes.
Desde un arco con portón dorado se accede a un lugar en el que conviven en excepcional armonía la naturaleza, el diseño y la esencia de la cultura árabe representada a través del agua. Esta construcción es fruto del trabajo realizado a lo largo de tres años y en ella se mezclan desde muebles diseñados ex profeso y hechos a medida a clásicos del diseño como las sillas de Egon Eierman o la mítica lámpara de papel de Ingo Maurer.
La cuidada atmósfera se compone de materiales naturales, revestimientos continuos, mobiliario y soluciones constructivas de obra con el terrazo fabricado in situ y el tadelakt, material tradicional marroquí, como protagonistas. Las habitaciones clasificadas en dos tipos: Garden Deluxe, de 30 metros cuadrados con terraza privada y bañera exterior con tumbonas; y, Majorelle Superior de 20 metros cuadrados, con balcón privado y bañera interior. Están equipadas con muebles de madera y latón hechos a mano por el fabricante local Maison Nicole, lámparas de suspensión de los italianos Vesoi, griferías de la marca italiana Neve y tiradores de puerta Lama de Gio Ponti. Las bases de cama y las mesillas están realizadas a medida por carpinteros locales y vestidas con complementos textiles de la firma Santa Living.
En la planta baja de la casa dispone de una cocina marroquí clásica para disfrutar de un desayuno buffet y, en el vestíbulo, cuenta con una acogedora sala, con chimenea y sofás modulares. Para atender los cuidados y el bienestar tiene un hamán tradicional de mármol con sala de masajes, baño de vapor y piscina climatizada. Como indican, "esta casa boutique está hecha para sentirse como en casa. Un lugar ideal para desconectar del ajetreo de la Medina".