Es fácil imaginar que los monarcas europeos pasen más tiempo en cenas de gala que debatiendo sobre texturas o materiales, pero la realidad a veces nos sorprende. En el mundo del diseño y la arquitectura, las monarquías han sido históricamente pioneras en marcar tendencias (o más bien, los que trabajaban para ellos). Y no, no hablamos solo de las grandes construcciones como el Palacio de Versalles o el Buckingham Palace, sino de proyectos que, sorprendentemente, mezclan pragmatismo, estética y legado cultural.

Un ejemplo reciente de esta sinergia entre realeza y diseño es la colección Eriksberg de Bernadotte & Kylberg. Firmada por un dúo creativo que incluye a Carl Philip de Suecia (sí, un príncipe de verdad), la serie de vajillas combina líneas modernas y funcionalidad sin perder un ápice de elegancia. Pero este fenómeno no es nuevo: las casas reales llevan siglos influyendo, directa o indirectamente, en cómo concebimos los espacios y los objetos que nos rodean.

 

Bernadotte & Kylberg

Colección Eriksberg, desarrollada por Bernadotte & Kylberg

Bernadotte & Kylberg

La arquitectura como símbolo de poder (y sostenibilidad)

En la historia de la arquitectura, las monarquías han utilizado los edificios como una extensión de su poder. Sin embargo, en las últimas décadas, el enfoque ha cambiado. Ya no se trata solo de construir castillos imponentes, sino de dejar un impacto positivo. Un ejemplo claro lo encontramos en Dinamarca, donde la familia real ha abrazado un enfoque arquitectónico sostenible con la renovación del Palacio de Amalienborg. Los nuevos proyectos, liderados por arquitectos locales, incluyen sistemas de climatización ecoeficientes y el uso de iluminación natural. Aquí, la monarquía no busca solo preservar su patrimonio, sino también adaptarse a los tiempos. La sostenibilidad no está reñida con la tradición.

 

Amalienborg Palace   aerial view

Diseño cotidiano: de los salones reales a nuestras mesas

Aunque los palacios y las reformas arquitectónicas sostenibles pueden parecer lejanas para la mayoría, hay un área donde la influencia real es más palpable: el diseño de productos cotidianos. Las vajillas de porcelana, los textiles de lujo o incluso las sillas de diseño han bebido de la estética promovida por las monarquías europeas.

La mencionada colección Eriksberg es un excelente ejemplo de cómo la realeza puede conectar con el público a través de productos accesibles. Inspirada en paisajes escandinavos, esta línea transmite una sensación de calma y atemporalidad que encaja perfectamente en hogares contemporáneos. Es diseño funcional, pero con un toque que podríamos llamar "regio minimalismo".

Sèvres Clodion vase

 

La porcelana de Sevres, por ejemplo, evolucionó de ser un capricho de la corte francesa a convertirse en un referente mundial. Hoy, diseñadores como Philippe Starck toman esa tradición y la reinterpretan con giros inesperados.

El mobiliario también ha sido un campo donde la monarquía ha dejado huella. Las sillas Windsor, que datan del siglo XVIII, fueron encargadas originalmente para el uso cotidiano en las propiedades reales británicas, pero pronto se convirtieron en un icono global de diseño funcional. En el presente, marcas como Carl Hansen & Søn han reinventado estos clásicos con un toque moderno, manteniendo vivo el legado.

Silla Windsor Carl Hansen & Son

Silla Windsor Carl Hansen & Son

Carl Hansen & Son

Otro caso destacable es la colaboración de la Casa Real Británica con marcas de renombre para la creación de productos de diseño. Desde textiles inspirados en los jardines de Highgrove hasta vajillas que replican patrones del Palacio de Kensington, los monarcas británicos han sabido capitalizar su historia para crear piezas icónicas.

La monarquía como mecenas moderna

Más allá de los objetos y los edificios, las casas reales europeas han jugado un papel fundamental como mecenas del diseño. Durante siglos, los artistas y arquitectos han encontrado en las monarquías un respaldo para proyectos ambiciosos. Hoy, esta tradición se mantiene viva, pero con un enfoque más contemporáneo. Por ejemplo, el príncipe Carlos de Inglaterra (ahora rey Carlos III) ha promovido una arquitectura más humanista a través de su fundación The Prince's Foundation, que busca integrar la sostenibilidad con el respeto por la tradición arquitectónica local.

 

En Noruega, la familia real colabora con estudios de diseño para preservar la herencia cultural a través de proyectos innovadores que fusionan lo antiguo con lo moderno. La monarquía europea ha sabido reinventarse para intentar demostrar que no solo vive de tradiciones pasadas, sino que también lidera iniciativas que impactan positivamente en el diseño y la arquitectura actuales.