Para desconectar de los escándalos mediáticos y para las vacaciones de Navidad, desde diciembre hasta febrero, la reina Isabel II se refugiaba en su finca de Sandringham, que pertenece a la Familia Real Británica desde 1862, cuando la reina Victoria, a petición del príncipe de Gales (el futuro Eduardo VII) adquirió la mansión. Esta finca que ha servido de refugio a cuatro generaciones de monarcas forma parte del amplio patrimonio de la Corona que, según la revista Forbes, asciende a 88 mil millones de dólares, está disponible en la plataforma Airbnb. Quien lo desee, puede alquilar no en la residencia que usaba la monarca, pero sí la denominada como Garden House, ubicada en Sandringham. Pertenecía al jardinero jefe de la soberana y forma parte de las 10.000 hectáreas que ocupa la finca real en el condado de Norkfolk, ubicado a unos 160 kilómetros al norte de la capital.
Según la plataforma de alquiler vacacional: "Este encantador escondite de Norfolk, propiedad de la reina, está ubicado en el corazón de su muy querido retiro campestre de Sandringham". Esta joya patrimonial era querida por Isabel II y los suyos, ya que se encuentra en un entorno completamente idílico, en plena naturaleza y ubicada entre verdes jardines.
En comparación con el palacio real, que cuenta con más de 700 habitaciones, en esta casa solo hay cuatro dormitorios y dos baños dentro. Entre todos los cuartos se juntan unas seis camas y se pueden hospedar un máximo de ocho personas. Su majestad amaba a los animales, por lo que en esta casa de su propiedad, las mascotas también están permitidas.
No parece que haya fechas disponibles, pero alquilar esta casa de campo cuesta unos 410 euros la noche y su estancia se puede reservar a través de Airbnb, con un mínimo de tres noches. En resumidas cuentas, para poder pasar unos días de descanso, los interesados deberán desembolsar al menos, 1.200 euros. Lo que todavía no sabemos es si a partir de la muerte de Isabel II, se continuará alquilando esta casa en Sandringham.