Mallorca es el origen y el destino de Adriana Meunié (1985), criada en Es Llombards y con casa y taller en Campos. Tras acabar la carrera de moda en la escuela BAU de Barcelona y residir fuera de España, de su formación extrajo su pasión por el textil, artesanía que entiende como un lenguaje en sí mismo. En el telar Teranyina de la capital catalana aprendió a trabajar el alto lizo, técnica que le permite crear volúmenes y texturas para alcanzar lo que llama "la elegancia monstruosa, es decir, intentar crear piezas bellas, pero no de una manera complaciente o fácil, sino buscando que tengan un elemento raro, incluso inquietante o indefinido que las dote de un atractivo con un toque extraño, poco reconocido".
Trenzar relatos
Al volver a su isla descubrió la belleza de la lana desechada tras la esquila que tapizaba el suelo de una possessió mallorquina. Decidió profundizar en este material "desde el pastoreo al esquilado, pasando por el cardado, el hilado y el tricotado, porque creo que lo bonito es conocer los orígenes o procesos de las cosas, sobre todo cuando se trata de un trabajo artesanal", dice. Esa inmersión la ha llevado a ayudar en la esquila anual y también a investigar otros materiales en crudo, como la rafia, el esparto o el carrizo, "que cuentan historias". Artistas como Ruth Asawa, Hans Coper, Josep Royo, Marina Abramovich y Olga de Amaral se cuentan entre sus grandes referentes. Buenos mimbres para una exitosa carrera.