Por fin ya hemos entendido que el lujo no viene definido solo por el valor intrínseco de un objeto, sino por la sensación placentera que lleva aparejada. Se trata de crear pequeños momentos de felicidad cotidiana con mantas, lámparas o cubiertos en los que se unen belleza objetiva, utilidad incuestionable y durabilidad gracias a un hacer impecable. Son impagables, pero no inalcanzables.

Te presentamos 10 piezas que, aunque no están diseñadas específicamente para la Navidad, cobran todo el sentido en esta época del año. Objetos para regalar o regalarse, creados para durar en el tiempo. Compañeros para la casa, para la oficina, o para ambos. Disfruta de esta colección de exquisitos.

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CMA 1616 ARITA JAPAN PRESS PHOTO CREDIT  Elizabeth Heltoft Arnby  (11)
Elizabeth Heltoft Arnby

1. Desayunar en tazas llenas de sabiduría

Hay que rodearse de cosas que nos hagan felices. El pensador sir Roger Scruton vinculaba lo bello con lo bueno y duradero, tres cualidades que aseguran este estado de ánimo y que confluyen en la cerámica de 16/16 Arita Japan, que lleva haciéndose desde el siglo xviii con los mismos métodos y una arcilla hecha de piedra triturada. Servir una infusión con la tetera de la colección CMA, de Cecilie Manz (175 €), te alegra el día.

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2. Tener algo único hecho a mano

No hay dos iguales; no son perfectos, ni lo pretenden; ahí radica su encanto precisamente. Lámparas –como la de la imagen, con pantalla de rafia, 312 €, en Rue Vintage 74–, jarrones, platos o sillas hechas con métodos tradicionales del saber popular con barro, caña, madera... Elementos así dan calor (y lo vamos a necesitar) al ambiente más frío y estéril. Sostenibilidad y holística los proponen y entronizan y, encima, en un país como el nuestro, no pueden estar más... a mano.   

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3. Andar descalzo sobre la alfombra

Y disfrutar de su calidez y de su textura amable y rugosa que acaricia el pie casi como en un masaje de reflexología. Gan Rugs, que lo sabe, acaba de lanzar la colección Crochet (desde 500 € la versión Mono) junto con la diseñadora sueca Clara von Zweigbergk. Lana tejida como si fuera una labor de ganchillo sobredimensionada en colores alegres, pero tranquilos, que se pueden adosar entre sí combinándolas como
si fueran piezas de esas colchas que hacían nuestras abuelas.

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4. Moverse de forma respetuosa

Vivimos tiempos nómadas, pero los ecoconscientes intentamos minimizar nuestra huella de carbono. La solución es un coche híbrido enchufable y, como amantes del diseño, con unas líneastan perfectas que aún en vivo y en directo parecen un render. Un ejemplo, el SUV Audi Q3 TFSIe (desde 58.520 €), con distintivo 0 de la DGT (no pagarás por aparcar) y el exquisito ADN estético de la marca alemana, que lleva haciendo coches más de un siglo.

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5. Llevar colgada del cuello una escultura

A la artista Blanca Muñoz muchas veces le han dicho que sus esculturas parecían joyas. Y Patricia Reznak, de Grassy, le propuso invertir la frase y hacer joyas esculturales, como la serie Maraña (arriba, broche, 1.250 €) inspirada en su época cósmica en una escala más pequeña y sustituyendo acero por oro. Arquitectos tan plásticos como Zaha Hadid o Frank O. Gehry también han coqueteado con la joyería.

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6. Dormir la siesta entre lanas finas

El placer nacional se multiplica con el calor ligero de una cobertura de cachemira o una lana merino (que no desmerece en nada a la anterior). Tejida con esmero, rematada a mano con cariño, coloreada con tintes naturales, como hacen marcas como Hermès (aquí, manta Avalon Tangram de cachemira fina hilada a mano, 3.800 €) o las españolas Teixidors o Ábbatte, resulta tan decorativa sobre el sofá como utilitaria.

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7. Sentarse en una silla única e irrepetible

El diseño coleccionable (como el arte) ya no es solo cosa de unos pocos. Es posible encontrar piezas únicas al mismo precio que las industriales producidas en serie. El factor que suma es que sean de diseño emergente de aquí. La galería Il·lacions de Barcelona ha centrado su discurso justo en esta línea con nombres como Josep Vila Capdevila, Max Enrich, Jordi Ribaudí u Oiko Design Office y su silla AZ04 (500 €), hecha de plástico reciclado de envases de detergente.

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8. Caligrafía moderna

Cuando escribir a mano es anecdótico, un gesto raro e importante, es más necesario prestarle la debida atención. Marc Newson lo hizo cuando diseñó Montblanc M (660 €), una pluma con lo mejor del pasado de la casa alemana depurada para el futuro. Más redondeada y con un cierre magnético en el capuchón, pero con el plumín de oro de 14 quilates rodiado de siempre. Veintiocho gramos que dejan huella.

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9. Cocinar en fogones de quita y pon

Estetas irredentos e interioristas puntillosos: es posible cocinar y lucir una encimera impoluta. La italiana Lapitec ha desarrollado con la universidad de Padua una encimera de piedra sinterizada con la inducción incrustada. Solo se activa al poner encima de ella unas alfombrillas de silicona que, tras su uso, se lavan en el lavavajillas y se recogen en un cajón. Una cocina siempre inmaculada. Un sueño.

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10. Comer con los mejores arquitectos

Sentarse a la mesa con Achille Castiglioni, con Ettore Sottsass... No, no han resucitado, pero están con nosotros con diseños tan cercanos como cuberterías prácticas, para usar a diario sin miramientos, pero con ese algo especial de los grandes maestros. Alessi domina imbatible en el menaje de arquitecto. No tendremos una casa de David Chipperfield, pero sí sus cubiertos.