¿Quién ha dicho que el placer no puede ser funcional? Charles Eames (1907-1978) y Ray Kaiser (1912-1988) cruzaron sus caminos en la década de los treinta del pasado siglo, cuando Ray ingresó en la academia de arte Cranbrook, en Michigan, donde Charles era el encargado del departamento industrial. Desde que se conocieron compartieron su pasión por el diseño. Charles se convirtió en el mentor de Ray, pero también en su hermano mayor, su figura paternal y, posteriormente, su amante. En 1941 comenzaron su trabajo conjunto y pocos años después Ray renunció a su futuro en el mundo de la pintura y el collage para dedicarse a los diseños conjuntos con Charles. La principal motivación de esta genial pareja de creadores fue lograr la producción en serie de mobiliario de diseño y ergonómico para satisfacer las necesidades de una sociedad estadounidense afectada consecutivamente por la Gran Depresión de los años treinta y posteriormente por la segunda guerra mundial.
Los Eames avanzaron poco a poco en sus investigaciones hasta que llegó su primer gran encargo: el diseño y la fabricación de férulas ergonómicas para los heridos del ejército norteamericano. También fue su primera gran inyección de fondos, y les dio acceso a nuevos materiales y sistemas de unión que utilizaba el ejército y que ellos usaron en su beneficio.
Cuando por fin comenzaron la fabricación seriada de mobiliario en madera contrachapada pronto llegaron a la conclusión de que el resultado eran objetos que todavía estaban fuera del alcance de los bolsillos de la mayoría de la población. Se plantearon entonces la posibilidad de diseñar en plástico, más ligero y barato que el metal y más moldeable que la madera contrachapada. Así, entre 1945 y 1978 pusieron en el mercado más de 40 diseños totalmente acabados, todos ellos caracterizados por una intensa búsqueda del equilibrio entre la perfección técnica y formal, entre estética y ergonomía. A lo largo de su trayectoria destacan varios elementos singulares, pero, a pesar de su imagen menos plástica, cabe resaltar su proyecto de unidades de almacenamiento modulables comercializado en 1950, que consistía en un sistema de módulos de autoconstrucción que el comprador podía adquirir por separado para configurar el mueble que más le conviniese a muy bajo coste y que fue todo un éxito comercial.
A partir de 1950, una vez adquirieron gran reconocimiento en los EE.UU., su trabajo se diversificó entre la arquitectura (diseñaron y construyeron su propia vivienda en 1949 basada en sus unidades de almacenamiento), la investigación y desarrollo de muebles con otros objetivos más allá del bajo coste, como la Wire Mesh Chair (1951) –la primera silla 100% metálica producida en serie–, la Long Chair and Ottoman (1956) o la serie Aluminium Group (1958); y, por último, la producción de películas, cortometrajes, pintura o cualquier medio que diera rienda suelta a su creatividad.
Eay Eames tuvo que luchar contra una educación ultraprotectora (su hermana mayor falleció a los tres meses de nacer ella) y contra una sociedad machista que reservaba a la mujer el papel de buena esposa. Aun así logró desarrollar un gran talento para las artes y la decoración, y en 1933 tenía claro que quería explorar su capacidad artística y para el diseño. Su desbordante creatividad complementó el talento de Charles, pero Ray nunca recibió el reconocimiento que merecía y siempre se mantuvo a la sombra de su esposo; un error histórico que nunca podrá ser totalmente reparado.