Hace más de doscientos años que nació el sofá Chéster, también conocido como Chesterfield y se ha convertido en un icono del diseño de interiores. Su historia se remonta al a finales del siglo XVIII en Inglaterra, donde se dice que fue creado por el cuarto conde de Chesterfield, quien solicitó un sofá que permitiera a los caballeros sentarse cómodamente sin arrugar sus trajes. Siguiendo las indicaciones del mecenas de Voltaire, un ebanista londinense construyó un asiento donde los hombres se encontraban cómodos manteniendo una postura erguida.
El sofá no tardó en coger fama el ser el mueble destinado a la decoración de los clubes masculinos de la Inglaterra decimonónica, aunque ha evolucionado desde su creación y se ha convertido en un símbolo de sofisticación y estilo. Su diseño se caracteriza por su tapizado en cuero o tela, sus brazos curvados y su distintiva capitoné, que consiste en botones hundidos en el material.
Parte del éxito del Chéster ha sido su versatilidad para ajustarse a todas las corrientes decorativas. Diseñadores y decoradores de todas las épocas han conseguido adaptar la forma y el tapizado capitoné a todas las épocas, y lo han convertido en una pieza más cómoda y también más adaptable a los hogares modernos y a todo tipo de entornos. De hecho, es posible seguir el rastro del sofá Chesterfield en la televisión y en el cine.
En los años ochenta este diseño amuebló todas las consultas siquiátricas del cine, también protagonizó escenas memorables en películas, entre ellas El Príncipe y la Corista dirigida por Laurence Olivier, y también ocupó un lugar protagonista en el programa de entrevistas de televisión del publicista Risto Mejide. Hoy, esta pieza clásica es un elemento recurrente de las revistas de decoración.
Características que lo definen
Estos sofás cuentan con peculiaridades muy marcadas que hacen de ellos piezas únicas e inconfundibles:
- Los brazos y el respaldo del sofá se encuentran a la misma altura. Una propiedad muy significativa, ya que la mayoría de sofás tienen el respaldo por encima de los brazos. En el Chéster, los brazos son curvados y tienen forma de voluta.
- Las patas son de madera y tiene una longitud muy corta; además, son torneadas. En las versiones más actuales del sofá, algunos modelos tienen ruedas que permiten moverlo fácilmente.
- El respaldo está tapizado en capitoné, que es un tapizado acolchado con una serie de botones repartidos de forma geométrica.
¿Por qué el Chéster es una buena opción para casa?
Este mueble es un icono y funciona en muchos escenarios por sus numerosas bondades:
- Es una pieza versátil. El sofá se adapta a una variedad de estilos decorativos. Ya sea en un ambiente clásico, rústico o moderno e incluso industrial, su presencia aporta un toque de elegancia y confort. Se puede encontrar en diferentes colores, texturas y materiales, lo que facilita su integración en cualquier espacio.
- Durabilidad. Fabricado con materiales de alta calidad, el sofá está diseñado para durar. Un buen Chéster puede ser una inversión a largo plazo que resistirá la prueba del tiempo tanto en términos de estilo como de funcionalidad.
- Un toque de historia. Tener un sofá Chéster en casa no solo es una elección decorativa, sino también una forma de conectar con la historia del diseño. Este mueble ha sido parte de la cultura británica durante siglos y sigue siendo apreciado en todo el mundo.
- Personalización. Muchos fabricantes ofrecen opciones personalizables para los sofás, permitiendo elegir entre diferentes materiales para su tapizado y colores del tejido, siempre manteniendo la técnica del capitoné.