Materiales al desnudo con una estética cruda e inacabada con predominio de la piedra y la madera ocupan un lugar destacado en el estilo rústico, que última mente se ha colado en las tendencias decorativas lleno de modernidad, es decir, con los lenguajes propios del siglo XXI.
Una paleta de colores neutros y terrosos, como marrones cálidos, cremas y tonos de verde, forman la base de esta tendencia en la que tampoco hay que tener miedo de incorporar otros tonos en gamas suaves.
Tapizados con texturas y textiles de tejidos naturales se llevan la palma en este estilo cada vez más popular que es increíblemente habitable y fácil de recrear. El objetivo está en transmitir una sensación acogedora y calidez, como vemos en los salones que hemos reunido a continuación.