La plaza anterior era un no-lugar dentro de Santander debido a su posición elevada sobre la calle. Sin embargo, es un punto decisivo dentro del trazado urbano al articular el encuentro entre la zona noble y la popular de la ciudad. El proyecto empieza por proporcionar un acceso a la plaza, consecuente con su importancia urbana y construye una gran escalinata que actúa como graderío y conecta el espacio con la bulliciosa calle adyacente, además de proporcionar un lugar desde el que tomar el sol de tarde.
El nuevo espacio urbano, creado por el estudio de Jacobo García-Germán, se despliega como una gran alfombra geométrica sobre la que se sitúan bancos para descansar, espacios de juegos y parterres con vegetación. La utilización de formas simples y piezas de dos colores, blanco y negro, es una decisión deliberada que presenta el espacio como un cuadro abstracto dentro del paisaje discordante que lo rodea. El pavimento está realizado en EcoGranic, hormigón prefabricado de alta resistencia, compuesto por un 30% de material reciclado y que filtra el dióxido de nitrógeno.
Los bancos perimetrales actúan también como barandilla, jardinera y peto, y están acabados con madera tecnológica. Para una de las esquinas de la plaza se diseñaron también tres bancos circulares que rodean montículos de caucho. Todo el mobiliario lleva incorporada iluminación lo que hace innecesario el uso de farolas.
La vegetación se dispone en bandas que aportan las únicas notas de color al conjunto. Está compuesto por plantas aromáticas que requieren poco mantenimiento.
Un proyecto que crea nuevos lazos dentro de un ciudad consolidada, reivindica espacio diferentes como zonas comunes y dibuja un nuevo paisaje que se convierte en característico y proporciona una identidad propia.