Decía James Joyce que "los genios no cometen errores", o que, en caso de cometerlos, son siempre voluntarios y conducen a algún tipo de descubrimiento. Es, cuando menos, una afirmación arriesgada, al menos en lo referente a soluciones arquitectónicas: que se lo digan a Calatrava. O a Le Corbusier.

No vamos a entrar en el divertido —divertísidimo— mundo de las polémicas que rodean la arquitectura), pero una cosa es cierta, y es que hasta los genios de esta disciplina que han dado con hallazgos geniales pueden equivocarse en la aplicación de los mismos.

¿Quién inventó el brise-soleil?

A Le Corbusier le debemos muchas cosas, entre ellas sus aportaciones al racionalismo, el funcionalismo y bueno, ya saben, no necesita presentaciones, porque es el padre de la arquitectura moderna. Pero a él también le debemos la invención del brise-soleil  (parasol en castellano), que en arquitectura, y como su propio indica, sirve como protección solar permanente. En su afán de liberarnos de los innecesarios ornamentos en nuestras casas (opinión compartida por su colega Mies van der Rohe, que odiaba las persianas y las cortinas) el brise-soleil, aplicado en fachadas de formas diferentes (tanto en vertical como en horizontal), parecía una de esas soluciones perfectas para aplicar a discreción en todo tipo de edificios. Pero no fue así.

 

Casa Brise Soleil, de Studio Workshop.

A ver: utilidad tiene, eso es evidente, especialmente en los países con muchas horas de luz como el nuestro, y con veranos calurosos donde hay que evitar que el sol entre en casa a toda costa. Básicamente, este invento de “Corbu” es uno de los elementos fundacionales de las casas pasivas: ahorro  y eficiencia de energía, aprovechamiento de los recursos naturales, ventilación cruzada, etc. No es complejo de entender: se basa en una proyección del plano de fachada que se extiende a lo largo del edificio a fin de generar una protección solar para las ventanas y otras aberturas. Imagínense el alero de los coches tuneados —perdón por la comparación— pero en su balcón. Algo así. 

Detalle de la fachada de la facultad de Psicología de Murcia, del estudio Ecoproyecta.

¿Por qué se coloca sobre las ventanas? Porque cuando el sol incide directamente sobre una superficie vidriada, aumenta exponencialmente la temperatura dentro del interior. Pero, ¿qué pasa en invierno si tenemos un brise-soleil instalado? ¿Reduce las horas de luz en una época del año donde debemos aprovechar precisamente todas las horas de luz solar que podamos? He aquí la cuestión.

Casa MM, del estudio mk27, con brise-soleil móviles en toda la fachada.

 

Un poco de historia: el origen del brise-soleil

Probablemente, la idea surgió a finales de los años veinte o principios de los treinta, época en la que Le Corbusier estaba trabajando en países de clima cálido. Se cree que la primera vez que lo aplicó, o más bien intentó aplicar el brise-soleil a un edificio fue en 1931, cuando presentó el “Plan Obús” para Argel (basado en la Ciudad Lineal de Arturo Soria de Madrid) en el que aparecía un edificio de viviendas con paredes de cristal en los lados norte y este, y parasoles en los alzados sur y oeste. En realidad, era la misma idea que ya llevaba pensando desde 1929 para su proyecto en Río de Janeiro, y que se materializó en la construcción del edificio del Ministerio de Educación y Salud, en la que participó como asesor. Además de contar con sus famosos pilotes que liberaban espacio para la calle, pudo aplicar su invento en el alzado norte (orientado al sol).

Ministerio de Educación y Salud de Río de Janeiro, un edificio proyectado por Lucio Costa, Oscar Niemeyer y Le Corbusier.

Este tratamiento en un edificio de oficinas, casi seguro que vino propiciado como respuesta a su progresivo alejamiento de los preceptos de la arquitectura moderna (y después de comprobar in situ las condiciones que sufrían los trabajadores de oficinas en los rascacielos de Nueva York, achicharrados por la luz solar directa). Pero la cosa no salió bien y se cometió un error garrafal: los paneles horizontales de los brises-soleils eran móviles. Sin entrar en cuestiones técnicas, relacionadas con el movimiento de la tierra, la latitud, la orientación del edificio y su entorno, los equinoccios o las variaciones en la temperatura, en definitiva, cálculos que le supusieron grandes quebraderos de cabeza (aunque sea la tierra la que se mueve, en realidad, lo que se mueve es el sol, no el edificio) el arquitecto no logró dar con la manera de aplicar su solución eficazmente.

“Aprovecho esta oportunidad, en nombre de los jóvenes de aquí, para agradecerle su último regalo a la arquitectura: el brise-soleil, un elemento espléndido, la clave de infinitas combinaciones. Ahora la arquitectura está lista para ocupar su lugar en la vida. has aportado un esqueleto (la estructura independiente), sus órganos vitales (los servicios comunes de un edificio), una piel fresca y brillante (el piloti). Y ahora le has dado una vestimenta magnífica, adaptable a todos los climas. Debes estar como poco orgulloso". Clive Entwistle, arquitecto británico (1946) (Oeuvre Complete. Vol. IV. p113) citado en Architectural Review

Entre medias, en 1933, participó en el desarrollo del “Plan Macià”, un modelo de ciudad para Barcelona, en le que ya había incluido persianas horizontales móviles para un proyecto de viviendas. Cuando a Josep Lluís Sert le tocó hacer el presupuesto, el proyecto fue abandonado. A decir verdad, los tres grandes proyectos urbanísticos de Le Corbusier (Argel, Río de Janeiro y Barcelona) se quedaron en los planos y nunca llegaron a realizarse.

Por suerte, en los años cincuenta, Le Corbusier puso rumbo a la India (otro país con clima cálido), y apoyado por Nehru, creó la ciudad de Chandigarh en el Punjab. Suponemos que se alegraría al saber que allí el clima en agosto alcanza casi los 40 grados con más del 95% de humedad. Los principales edificios diseñados por Le Corbusier en la India, también en Ahmedabad, todavía resisten los embates del clima. 

Edificio de la Asociación de propietarios de Mill, en Ahmedabad (India), de Le Corbusier.

Aunque admirado en todo el mundo, su invento fue duramente criticado por al arquitecto indio Charles Correa, que los definió como "artilugios infestados de palomas que atrapan el polvo, acumulan calor todo el día y lo irradian de vuelta al edificio por la noche causando una angustia indescriptible a los ocupantes...".No sabemos si los vecinos de la l' Unité d’Habitation de Marseille, que Le Corbusier construyó entre 1947 y 1952, pensaban lo mismo de los brises en sus balcones. O los de mantenimiento, cuando les tocaba limpiarlo. La arquitectura moderna en ocasiones, se olvida de que, una vez terminado, un edificio ha de mantenerse y limpiarse, y ello conlleva no pocas complicaciones (que se lo digan al Guggenheim de Bilbao).

Unite d'habitation de Marsella, edificio Berlín, de Le Corbusier

El brise-soleil, el favorito de los arquitectos en la actualidad

A pesar de todos los problemas, el brise-soleil se quedó y sigue siendo aplicado por numerosos arquitectos. Santiago Calatrava tiró de él para el Milwaukee Art Museum, y Jean Nouvel hizo lo propio en el Instituto del Mundo Árabe en París. También lo encontramos en el Edificio Copan de Oscar Niemeyer (conoció el brise-soleil y a su inventor en 1936, durante la construcción del hoy conocido como Edificio Capanema), y el Centro de Rehabilitación Sarah Kubitschek, de Joao Filgueiras Lima, Lelé. 

Edificio Copán en São Paulo, de Oscar Niemeyer.

De madera, en lamas, fijo, móvil, en vertical o en horizontal, el brise-soleil aporta belleza a las fachadas de los edificios, y, cuando se tiene en cuenta la orientación y otras cuestiones, es una de las soluciones más brillantes aplicadas en la arquitectura moderna. Por algo ha sobrevivido y se sigue aplicando en casas del todo el mundo: porque de los errores se aprende.