En la web de Anupama Kundoo (Pune, India 1967) hay una pestaña que pone Research (investigación en español): toda una declaración de intenciones de la manera de entender la profesión de esta arquitecta que, por poco habitual, la define y diferencia del resto de sus colegas. Salvo rarísimas excepciones, que alguna hay, en la mayoría de las webs de los grandes nombres de la arquitectura solo hay sitio para 'proyectos', 'quienes somos', 'publicaciones', 'exposiciones', 'noticias' o, incluso, 'tienda'. Investigar, al menos por lo que chivan las webs, no es una prioridad para la mayoría.
Si quieres estar al día de todo lo que publicamos en Arquitectura y Diseño suscríbete a nuestra newsletter.
Arquitectura social y responsable
Kundoo ha comentado en alguna ocasión que al empezar a estudiar arquitectura se dio cuenta de que podía contribuir a que la gente viviera mejor. La India, un país donde mucha gente vive con lo justo (o menos de lo justo), ha definido lo que hace Kundoo y por qué lo hace. Si no en un mundo feliz, como Huxley, ella sí cree firmemente en uno mucho mejor del que vivimos y en el potencial de la arquitectura para conseguirlo. Su carrera, de hecho, arranca en Auroville, una ciudad experimental y utópica en la que convivir en armonía donde trabajó al poco de licenciarse y hasta 2002. Allí fundó su estudio y, como decimos, desde entonces centra su trabajo en la investigación y experimentación con la intención de desarrollar una obra respetuosa con el medioambiente y el contexto económico y social en el que se mueve.
Profesora internacionalmente reconocida y galardonada
En 1989, con el título de arquitecta por la Universidad de Bombay bajo el brazo (casi dos décadas después se doctoró en la Universidad Técnica de Berlín), Kundoo se centró en esa arquitectura por y para el pueblo que luego ha ido esparciendo por el mundo. Así, ha sido profesora en la Architectural Association de Londres; la Universidad Técnica de Berlín, donde impartió clases sobre gestión urbana, o la Parsons New School of Design de Nueva York. Además, también ha enseñado en la Escuela de Arquitectura de la Universidad Camilo José Cela de Madrid. Sus proyectos y artículos sobre planificación urbana y desarrollo sostenible se han aparecido en decenas publicaciones internacionales.
Wall House: el proyecto que marca la senda a seguir
Kundoo investiga e investiga; y concretamente lo hace sobre qué tipo de materiales son los que tendrán el mínimo impacto ambiental y en cómo aprovechar aquello de lo que dispone. En consecuencia, su arquitectura se apoya en el uso de materiales de desecho, como arcilla o vidrio reciclado, entre otros, pero también en el trabajo con comunidades locales. Así construyó la Wall House: uno de sus edificios más notables. Hecho de tierra, hormigón y acero, más de una década después lo replicó en la XIII Bienal de Arquitectura de Venecia, celebrada en 2012, donde Kundoo formó parte de la muestra The Architect is Present, que recogía los proyectos más destacados de cinco estudios de arquitectura que han hecho de la austeridad su referente ético y estético.
Uno de esos proyectos eran unas casas para niños huérfanos, diseñadas en Pondicherry, India, en 2010. Las casas pueden acoger hasta 15 niños y 5 padres de acogida. Como se puede leer en la web de la arquitecta, "el proyecto se construyó utilizando una tecnología poco común, de la que fue pionero Ray Meeker, de Golden Bridge Pottery, que consiste en hornear una casa de barro in situ una vez construida".
Aprovechar, en todo caso, no significa para la arquitecta olvidarse de la parte estética. De hecho, todos sus proyectos revelan la belleza y fuerza de los materiales con los que están hechas. Sucede con todas las viviendas y edificios públicos construidos en Auroville durante la década de los noventa y los 2000, como centro multimedia (en la foto), pero también en los levantados en Pondicherri o Kotagiri.