8 fracasos de la arquitectura moderna
Sobrecostes, mala ejecución, obras inacabadas... Presentamos una "galería de los horrores" de proyectos fallidos y polémicos
Palacio de congresos de Oviedo, Santiago Calatrava
Comenzamos este listado, cómo no, con Santiago Calatrava. Al arquitecto valenciano le persigue el mal fario desde hace años por los problemas asociados a la realización de sus proyectos. El Palacio de Congresos de Oviedo, inaugurado en 2008, es un buen ejemplo: encajonado en la densa trama urbana de la ciudad, el edificio aparece como un artefacto extraño, casi alienígena. Parafraseando el dicho, "canta" como un centollo. Porque es así como lo han bautizado los ovetenses. Sobre el papel, su caparazón de 2.300 toneladas podía plegarse y desplegarse, pero los ingenieros encargados de su ejecución alegaron que no podían garantizar la seguridad si ese elemento se movía. Así que al final la visera se quedó estática. A los errores de diseño se le han sumado durante esta década cambios en la gerencia y un declive paulatino en su viabilidad económica: a finales de marzo de 2019 llegó el cierre definitivo del centro comercial que albergaba.
Masdar City, Abu Dabi, Foster + Partners
La que iba a ser una de las primeras ciudades íntegramente smart del mundo echó a rodar en 2006 con objetivos ambiciosos: sería un polo de la nueva economía del conocimiento y las tecnologías de la información, una urbe energéticamente autosuficiente en la que vivirían 45.000 personas y que contaría con un completo entramado de transporte público ecológico. La crisis de 2008 y los consiguientes problemas presupuestarios bajaron el proyecto de las nubes e hizo mella en su realidad: en la actualidad, trabajan allí menos de 3.500 personas, y el número de residentes es de apenas 1.300. Según algunas fuentes, su finalización, que en principio estaba prevista para 2016, no llegará hasta 2030.
Ciudad de la Justicia, Madrid
Uno de los símbolos más flagrantes del pelotazo inmobiliario en España en la primera década del siglo, el proyecto de la Ciudad de la Justicia nació en 2004 con el objetivo de agrupar en Valdebebas, junto a la terminal T4 del aeropuerto de Barajas, los 14 juzgados de la capital en un complejo de edificios circulares. Tres lustros después, el único edificio que se alza allí es el Instituto de Medicina Legal, conocido popularmente como Donut. Fue diseñado por Alejandro Zaera-Polo, quien abandonó el proyecto ya en noviembre de 2008, siete meses después de que se pusiera la primera piedra, porque consideraba que su edificio tenía menos presupuesto que los otros y tenía miedo de que la gente lo considerara "una mierda". Hoy en día, la Ciudad de la Justicia languidece mientras continúa empantanada en los juzgados por denuncias de corrupción y un agujero para las arcas públicas que supera los cien millones de euros.
Torre David, Caracas
El empresario y banquero venezolano Jorge David Brillembourg amasó una fortuna en la década de los ochenta. Y quiso que el mundo lo supiera impulsando a comienzos de los años noventa la construcción del Centro Financiero Confinanzas, un rascacielos de 45 plantas y 190 metros de altura diseñado por Enrique Gómez Arquitectos Asociados y Brewer Ingenieros S.C. y el arquitecto Jorge Landi que acabó conociéndose con el nombre de su promotor. La muerte de Brillembourg y la crisis bancaria que padeció Venezuela en 1994 detuvieron las obras ese mismo año. La enorme escasez de vivienda en Caracas provocó que en 2007 el edificio fuera "okupado" y se iniciara su progresivo deterioro. En 2015 el gobierno de Nicolás Maduro ordenó su desalojo, pero la torre continúa su particular via crucis, que se vio agravado en agosto de 2018 por un terremoto que causó la inclinación de sus últimas plantas. A falta de alguna iniciativa que decida salvarlo de la picota, la única alternativa sería convertirlo en un gigantesco plató de cine o televisión. Precedentes ya los hay: allí se rodó parte de la tercera temporada de la serie estadounidense Homeland.
Filarmónica de París, Jean Nouvel
Para que un arquitecto reniegue de su propia criatura, esta realmente debe haber nacido torcida. Es lo que le pasó a la Filarmónica de París proyectada por Jean Nouvel. El arquitecto francés criticó la inauguración "prematura" de la obra a comienzos de 2015 porque consideraba que estaba inacabada por fuera. “La arquitectura ha sido martirizada. Los detalles, saboteados. El contribuyente tendrá que pagar una vez más para corregir estas aberraciones”, llegó a escribir en un contundente artículo publicado en el diario Le Monde. No le faltaba razón, porque, como siempre, el proyecto acabó costando casi el doble de los 200 millones de euros presupuestados.
Aeropuerto de Berlín-Brandeburgo
Si alguien piensa que juntar los términos alemán e incompetente en la misma frase es un oxímoron, aquí está el proyecto del aeropuerto Berlín-Brandeburgo Willy Brandt (BER) para demostrar que a la proverbial eficiencia teutona también le pueden salir grietas. La infraestructura que debía sustituir al sobrecargado aeropuerto de Schönefeld de la capital alemana acumula nada menos que ocho años de retraso y un sobrecoste de 6.500 millones de euros –el triple de lo inicialmente previsto– y se ha convertido en el hazmerreír de todos los alemanes. Hay quien incluso ha abogado por la demolición del mastodóntico aeropuerto y su reconstrucción, entre ellos Thorsten Dirk, miembro de la presidencia de la todopoderosa compañía aérea Lufthansa. La nueva fecha prevista de inauguración del BER se ha fijado en 2020.
Ciudad de la Cultura, Santiago de Compostela, Peter Eisenman
El que debía ser el gran legado del entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga Iribarne, se ha convertido en otro agujero de dinero y un espejo roto donde se refleja la megalomanía, el exceso y la falta de planificación de los años de la burbuja inmobiliaria. Dos décadas después de su lanzamiento, y tras gastar ya la Xunta en su construcción unos 300 millones de euros, el triple de lo previsto inicialmente, la Cidade da Cultura sigue sin haber definido por completo su contenido. En la actualidad, el gobierno regional presidido por Alberto Núñez Feijoo parece fiar el futuro del complejo a su reconversión en parte en un parque tecnológico cediendo algunas de sus instalaciones a empresas y universidades.
20 Fenchurch street, Londres, Rafael Viñoly
Que en Londres el sol también brilla lo saben los transeúntes y conductores que se atrevieron a pasear y aparcar sus coches frente a este edificio cuando se finalizó en 2013. Nadie, ni el arquitecto que lo diseñó –el uruguayo Rafael Viñoly– ni los ingenieros que planificaron su estructura, cayó en la cuenta de que la curvatura de la fachada acristalada provocaría la concentración de los rayos solares reflejados hasta el punto de derretir todo lo que se encontraba a sus pies. Según las mediciones que hicieron los expertos en su momento, la temperatura en la calle podía superar los 90 grados centígrados al mediodía. Los londinenses, que ya habían bautizado el rascacielos como Walkie-Talkie, no tardaron en encontrar una variante idónea: Walkie-Scorchie, el quemador walkie. La solución pedestre fue cubrir todas las cristaleras con una suerte de persianas.