Dom Pérignon se eleva a una segunda vida con la presentación de su nueva añada Vintage 2003, Plénitude 2. Albert Adrià, Quique Dacosta, Eneko Atxa y Paco Pérez se unen a la fiesta con un menú irrepetible, dando una nueva vida a algunas de sus creaciones más emblemáticas.
La casa-escultura de Xavier Corberó ha sido el escenario de un momento único. El encuentro entre la nueva añada Vintage 2003, Plénitude 2, de Dom Pérignon, y la revisión de los platos más representativos de algunos de los mejores chefs de España. El resultado es un espectáculo delicioso.
"Explorar de nuevo la añada 2003 y descubrir íntimamente su plenitud es un verdadero regalo", comentan desde Dóm Perignon. "Más si cabe respecto a su primer lanzamiento en 2010, supone una oportunidad de adentrarse en la aventura creativa que alimenta Dom Pérignon", añaden. Los chefs Albert Adrià, Quique Dacosta, Eneko Atxa y Paco Pérez han participado del acontecimiento dando una segunda vida a algunas de sus creaciones más distinguidas. El marco es una de las casas más carismáticas del perímetro de Barcelona, la casa-escultura de Xavier Corberó, un lugar laberíntico lleno de poesía.
Dom Pérignon perpetúa año tras año su inquebrantable compromiso: ser un vino de añada sólo producido a partir de las uvas de un único año. Este voto da paso a un paciente proceso metamórfico de mínimo ocho años hasta alcanzar el ideal estético. En la oscuridad y en el interior de una botella, el vino es sometido a una transformación activa que culmina con la armonía, sello de cada botella de Dom Pérignon.
Para celebrar el nuevo Vintage 2003, Plénitude 2, algunos de los mejores chefs del país han reinventado sus propias menús. Entre otros platos, Adrià ha presentado su sopa fría de jugo de aceituna y albahaca, aguacate y crema agria con raifort. Bosque animado y Abstracción del mar han sido las aportaciones de Quique Dacosta. Paco Pérez ha optado por reinterpretar su langosta Cap de Creus en bolognese de corales. Y Eneko Atxa ha rescatado, para la ocasión, su tarta de guisantes lágrima y yema de huevo de caserío a la brasa. Un festín de sabores.
El acto ha tenido lugar en un lugar emblemático, la casa-escultura de Xavier Corberó, en Esplugues de Llobregat (Barcelona). Se la consideraba una construcción imposible, pero para Xavier Corberó, uno de los artistas catalanes más importantes desde Gaudí, su capacidad de exploración no concibió el límite, dejándose llevar a rienda suelta durante 40 años de su vida en su mayor acto de creación.
Su laberíntico hogar esconde, bajo un aura de secretismo, múltiples espacios delimitados por una pesada valla de piedra medieval. Lo empezó en pleno auge textil y bajo una clara influencia del surrealismo, y con el paso del tiempo, fue completando su obra más personal con piezas de mármol y basalto.
La intención de Corberó era crear poesía, celebrando la honestidad del material enfatizando la perfecta imperfección de la textura de la madera o el hormigón. Su casa respondería a su estilo complejo, onírico, caleidoscópico e inacabado, un poema que empezó a escribirse en 1968 y se detuvo por la muerte del escultor.
Se necesitaron 8 años de pausada elaboración para que Dom Pérignon 2003 alcanzara la armonía deseada. La espera fue aún más paciente para elevar la cosecha a una segunda vida tras 17 años de maduración. El bouquet del Vintage 2003 revela la madurez rica y carnosa del albaricoque recién cosechado. Las notas florales acompañan a la fruta confitada. Un momento tan especial merecía ser celebrado. Por eso, el acontecimiento ha contado con la participación de los chefs Albert Adrià, Quique Dacosta, Eneko Atxa y Paco Pérez, que han aprovechado la oportunidad para revisitar algunos de sus platos más famosos. Y con la complicidad de Xavier Corberó, cuyo obra vital ha actuado como escenario privilegiado.