Un cuarto de siglo. Esa es la media de tiempo que pasamos durmiendo a lo largo de nuestra vida. Lo habitual es que pasemos entre seis y ocho horas diarias entregados a los brazos de Morfeo, o, lo que es lo mismo, dedicamos 25 años a dormir.

El dormitorio es la estancia más privada y personal de las casas y la habitación en la que más tiempo pasamos, por eso decorarla a nuestro gusto facilita que nos sintamos más cómodos en ella. Uno de los elementos clave de este espacio es el cabecero. Aunque no ponerlo es una opción, esta pieza es clave para dar personalidad al dormitorio.

El dormitorio de Bárbara Aurell

El dormitorio de Bárbara Aurell

Flaminia Palazzi

Hemos entrado en casa de Barcelona de la interiorista Bárbara Aurell, fundadora del estudio Espacio en Blanco. "Un almacén de 75 metros cuadrados con un maravilloso patio se ha convertido en una casa abierta, sin paredes, en la que los espacios fluyen y se transforman. Quería un hogar cómodo y alegre dónde dar cabida a mis pasiones: mi trabajo, el arte contemporáneo, los libros, la jardinería y la cocina", tal como define su vivienda la interiorista que nos ha abierto las puertas de su dormitorio. "Para mí es importante que las habitaciones y los dormitorios sean muy neutros, muy relajantes y que inviten al sueño", dice la experta que hoy habita en el corazón del barrio de Gràcia. 

El cabecero, en blanco puro, permite que otros elementos contrasten

El cabecero, en blanco, permite que otros elementos contrasten

Flaminia Palazzi

La estancia más privada de su vivienda se encuentra en la segunda planta y es un reducto casi monacal. Tiene suelo de madera, una mesita de noche para apilar los libros diseñada por ella y una cama con un sutil cabecero tapizado.

El blanco es el color del tejido del cabecero, el mismo que el de las sábanas. Es de lino 100% natural, un tejido de Guell Lamadrid, maravilloso. Quería algo muy blanco y que me abrazara, así que elegí este lino tan natural y hice hacer a medida un cabezal mullidito con una pestaña perimetral cosida con overlook a tono. Me encanta para apoyarme a leer o a tomar un café un domingo remolón. Además, hice a juego dos cuadrantes, del mismo lino, con la misma pestaña y el mismo overlook. Así que el cabezal, al fin y al cabo, es como un gran cojín que me abraza", cuenta la Aurell.

Para romper la monocromía, la interiorista juega con otros tonos en los textiles complementarios. "Como soy friolera, tengo una mantita ligera, pero de muy buena calidad, y junto al cojín decorativo le dan toque de color". Flanqueando el cabecero hay dos lámparas, que también blancas y son de Lightyears. "Me gusta que las lámparas de los cabezales tengan flexibilidad y sobre todo que den luz muy cálida", explica esta experta que para encontrar el confort busca rodearse de tejidos y acabados que sean "lo más naturales posible". 

Usa cojines y mantas para dar color

Usa cojines y mantas para dar color

El dormitorio de Bárbara Aurell

La ligereza y sutileza del cabecero casi se funde con la nívea pared y, al no ser centro focal, permite que destaque las obras de arte apoyadas en el banco junto a la cama. "Como en toda mi casa, el arte es importante, también en el dormitorio. Y elegir una buena pieza es complicado, por eso he elegido un cuadro de Juan Bennassar de dos amantes".

Haberse decantado por un cabezal que casi pasa desapercibido contribuye a que resalten, además de las obras de arte, otros objetos, como los libros. "Me encanta leer en la cama las mañanas de domingo, así que dispongo también de una pequeña biblioteca en el dormitorio", confiesa Aurell.