Cuando los expertos del estudio checo ORA recibieron el encargo de convertir un viejo edificio en ruinas en una casa, tuvieron la tentación de ejecutar una rehabilitación típica. Los arquitectos se encontraron con una casa muy estropeada, pero lejos de reconvertirla radicalmente, apostaron por un enfoque más radical, derribando solo el interior y creando una nueva casa moderna.
"Nos pidieron que reconstruyéramos un edificio fascinante, una casa que sufrió daños significativos, una antigua casa en ruinas reconstruida bajo el régimen comunista como un granero", cuentan desde el estudio que, pese al estado en el que se encontraba la construcción, fueron capaces de ver su grandeza.
"La forma en que se sitúa, la forma en que sube al cielo y la forma en que su materia prima resiste al tiempo han demostrado ser de la más alta calidad. Pero todo lo que quedaba de la casa original era un armazón de ladrillo con techo. Cualquier intento de reparación tradicional habría supuesto perder el carácter original de la casa y rechazamos una reconstrucción especulativa del estado original, así como cualquier otra imitación”, comentan los arquitectos que, junto con los dueños, decidieron arreglar, por un lado, la parte original y, por el otro, crear algo nuevo para los espacios interiores.