En los últimos 30 años, la actividad industrial de Madrid se ha ido mudando del centro urbano a la periferia. ¿Las causas? La normativa de protección ambiental en términos de ruido y emisiones, así como el valor del suelo provocaron la emigración de estos usos a otros enclaves menos céntricos. La consecuencia de este movimiento urbanístico se plasma en naves industriales urbanas que se han quedado obsoletas. Son el lienzo en blanco perfecto para darle una nueva vida. Así lo ha visto el estudio madrileño Burr que, en el barrio de Carabanchel y en un construcción de origen industrial en planta baja con patio en manzana, ha dado forma al estudio-vivienda del escritor Juan Ramón Silva Ferrada manteniendo la estética del uso original con el carácter cálido propio de un uso residencial.