"Me fascinan los paisajes y la luz del Midi, este resplandor único, esta vegetación mediterránea", dice Martial Michaux, que llegó con su pareja desde París hace una década. Al principio construyeron una casita en un terreno cerca de Uzès, pero buscaban otra cosa: "Una construcción de piedra antigua con el alma intacta". La encontraron cerca de las Gargantas del Gardon.
"Cuando visitamos esta granja, habitada desde hace generaciones por la misma familia, quedamos cautivados por la historia de cada habitación y por las posibilidades de crear un diálogo con nuestra visión más contemporánea. Se encontraba en estado original: pocilga, establos, pajar, bodega, etcétera, en malas condiciones, pero me conquistaron los volúmenes". Michaux, que trabaja en el sector inmobiliario con el constructor Jocelyn Descazaux, y su padre Jean-Jacques, ebanista entusiasta, se empeñaron en una minuciosa renovación.
En la planta baja, ahora los espacios comunes se organizan en torno a la gran sala de estar, ubicada en el antiguo granero, abierto a la cocina y al jardín, sin puertas. Conservaron los muros de piedra, las bóvedas y las dimensiones de las ventanas. "Incorporamos acentos más contemporáneos con suelos, escaleras y baños de hormigón encerado, una enorme chimenea de baldosas de terracota en el gran salón y una cocina ultrafuncional", explica. "Mi padre Jean-Jacques hizo puertas, contraventanas, armarios, cabeceros... Sin él, nunca me habría embarcado en esta aventura".
Los colores se concibieron meticulosamente: habano, ocre, marrones y tiza se funden delicadamente con la decoración original. Los ocho dormitorios de la planta superior se han diseñado como espacios íntimos con cuarto de baño privado. En Mascal (abreviatura del nombre de los propietarios), pinos, olivos, robles, cactus, piscina y cigarras se confabulan para hacer la vida agradable a sus dueños y a aquellos afortunados que la quieran alquilar. Lo bueno hay que compartirlo.