Los límites precisos apenas existen. Por eso buena parte de los cambios arquitectónicos son paulatinos. Es interesante detenerse en los peldaños de las transformaciones que, a base de descubrimientos, audacias o correcciones, van apuntalando un nuevo futuro. Resumimos a continuación los hitos que están mutando la arquitectura.
La principal transformación ha sido la reconquista de la naturaleza. No es que la arquitectura se haya impuesto en el paisaje, es que la vegetación ha regresado a las urbes y, consecuentemente, a los edificios. Hemos visto cómo el consumo energético podía hacerse desaparecer – con la arquitectura pasiva– y cómo un vertedero puede convertirse en paisaje productor de oxígeno.
Hemos asistido a restauraciones que ganan espacio para el ciudadano cubriendo autopistas o haciendo de la cubierta de un colegio una plaza. El rescate arquitectónico más notable ha pasado a contar varias historias a la vez: la del pasado, la de la guerra y la de un futuro en común. Hemos visto cómo se puede recuperar un edificio con toda su historia, sin borrar las huellas. Y cómo los materiales pueden reciclarse para indicar que hay otras maneras de construir.
En estos años hemos asistido al cuestionamiento de la arquitectura más espectacular y, en cambio, hemos visto aplaudir la más monumental. La primera se termina rápido, como les sucede a las sorpresas y a los chistes. La segunda es transformadora. Nos cambia y cambia el mundo.