Inspirados por el Movimiento Moderno, los edificios brutalistas se convirtieron en referente entre las décadas de los años 50 y 70. Se caracterizan por la austeridad visual, el hormigón a la vista como material estrella, las formas geométricas, la ausencia de adornos ni decoración y las dimensiones colosales.
Se dice que este estilo debe su nombre a la expresión betón brut, que significa hormigón crudo y que se le atribuye al arquitecto suizo Le Corbusier para describir la elección de los materiales. La idea era expresar los materiales en bruto, y aunque el cemento era el más utilizado, también es posible encontrar ladrillo, cristal, acero o piedra en los edificios.
En España tuvo eco, también en Barcelona, que aunque es conocida por ser la ciudad modernista por excelencia, también cuenta con arquitectura brutalista con edificios según esta corriente.