Matthew Simmonds trabajó durante años en la restauración de importantes monumentos históricos de su país, el Reino Unido, como la Abadía de Westminster y las catedrales de Salisbury y Ely. Licenciado en Historia del Arte y especializado en la época medieval, también trabajó de ilustrador. En 1991 estudió escultura arquitectónica en piedra y en ese momento comenzó la aventura de esculpir sobre piedra formas arquitectónicas a pequeña escala, que se enfocaría en el mármol al trasladarse a vivir a Italia.
Su amor por los tiempos pretéritos se plasma en un esmero primoroso por los detalles, que quedan enmarcados en la piedra en bruto, pues no completa los trabajos. Hace así un guiño al mundo de las ruinas tan querido por él. Uno debe imaginarse lo que falta, si bien la pieza tiene una entidad propia, matérica y lumínica. A esa escala se indaga asimismo en la relación entre la naturaleza y el esfuerzo del hombre por dominarla.
Simmonds juega con los espacios otorgándoles una nueva perspectiva para que el espectador entre en otra dimensión, sin duda de mayor introspección. "El punto de vista cambiante y la luz juegan un fuerte papel en la definición de las esculturas. Todo se puede sintetizar en un mundo de positivos y negativos", destaca el escultor. Los espacios que no se ven, en el interior de las esculturas, incitan a la curiosidad y hace que imaginemos vidas más allá de las nuestras. El mármol se transmuta en un magnífico escenario teatral al que podemos añadir personajes con el grado de dramatismo que deseemos.