En un sentido figurado, disfrutar de la noche en la ciudad es como ese "descenso a los infiernos" que describe Dante en su Divina Comedia, pero en plan lúdico. Se empieza la velada con las "luces" de los placeres gastronómicos, y paulatinamente uno va "bajando los peldaños" y adentrándose en la oscuridad enigmática y tórrida de los pubs y las discotecas. Con algo de suerte, el noveno y último círculo del infierno dantesco solo depara un poco de resaca y el recuerdo de una noche inolvidable.

Nandu Jubany ha querido reproducir ese "viaje" sensorial que depara la noche en su nuevo proyecto gastronómico en Barcelona, Pur-Impur. Lo ha hecho con un concepto que, por un lado, reivindica la integridad de su propuesta, basada en la apreciación y autenticidad del producto, su entorno y sus productores; y por otro, apuesta por una temática más "canalla" cediendo el protagonismo a la coctelería.

Después de colaborar juntos en varias aventuras en Singapur (con los espacios Foc, Foc Sentosa y Pim Pam Foc), el estudio Lagranja Design ha vuelto a proyectar la nueva aventura de Nandu Jubany. Situado en un pequeño pasaje de la Rambla Cataluña junto a su otro restaurante Petit Comitè (también diseñado por Lagranja), los comensales forman parte del proceso gastronómico desde el momento en que cruzan sus puertas.

Una cocina de última generación, una barra de mármol y la mesa de emplatado (diseñada como una gran tabla de cortar) ocupan el espacio central donde se hacen todos los preparativos para cocinar. Para transmitir este grado de integridad y transparencia en que se basa la cocina del Pur, Lagranja eligió materiales y procesos artesanales que homenajean la riqueza culinaria de Cataluña.

Los comensales ven los procedimientos desde banquetas de madera curvada colocadas alrededor y desde donde pueden seguir de cerca todos los momentos de la preparación de su comida; desde que el chef selecciona los ingredientes de la cámara refrigeradora de acero inoxidable, a los procesos de cocina y presentación de los platos (los chefs mismos sirven a las mesas) haciendo de la experiencia algo más parecido a comer en una casa propia.

Desde el atelier del estudio, se crearon más de 200 moldes de yeso con alimentos frescos (mariscos, pescados y varias frutas y verduras) que se han convertido en piezas únicas que decoran del restaurante. De acuerdo con el espíritu “puro” del restaurante, los moldes se han dejado sin pintar y se han colocado en el patio interior acristalado.

Unas escaleras llevan a la planta baja, donde se encuentra encuentra otro local para continuar la velada: Impur, una íntima boîte concebida para tomar cócteles y seguir con las charlas o celebraciones. Aquí, la intensidad de los tonos burdeos en diversos materiales crea la escena de "decadencia" desenfadada ideal para rematar la noche.