El tiempo no pasa en vano y los estilos decorativos, como todo, cambian a la velocidad de la luz. Sin embargo, hay ciertos muebles que nunca pasaron de moda. De hecho, hoy están más vigentes que nunca. Lo curioso es que son diseños que nuestras abuelas también tenían en sus salones. Porque las casas "de antes" se decoraban bajo la misma máxima de hoy: buscar el equilibrio entre funcionalidad y calidez.
No sé si todas las abuelitas eran así, pero al menos la mía cuidaba con cariño y dedicación cada mueble, cada manta, alfombra o cuadro. Por eso, no es raro que hoy encontremos estas piezas en nuestras casas o en la de nuestros padres. Son diseños pensados para durar en el tiempo y siguen tan vigentes como en la época de nuestras abuelas. ¿Cuál de todos te resulta familiar?
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1. Aparadores bajos
Posiblemente, esta sea la pieza más popular que nos heredaron nuestras abuelas. Se trata del aparador, un mueble robusto que en su época era utilizado para almacenar vajilla, utensilios de cocina y mantelería. El objetivo era tener todo el servicio de mesa a la mano para organizar el comedor. Hoy en día, ha evolucionado para cubrir las necesidades de almacenamiento tanto del salón como del comedor.
Aunque los antiguos aparadores eran más voluminosos, en el diseño mid century ya es habitual encontrar piezas de baja estatura y patas expuestas.
Bicolor y elegante
Los aparadores dieron (y siguen dando) mucho juego a nivel creativo. En los años 60, nos encontramos piezas como este Cabinet de la arquitecta y diseñadora Charlotte Perriand. Un aparador fabricado en varias maderas, reforzado con paneles laterales y traseros de chapa metálica lacada. Perriand consideraba que el almacenamiento racional era vital en los espacios. El orden y "crear vacío" permite moverse y pensar fluidamente a través del hogar.
Con vitrina incorporada
Los aparadores con vitrina son otra variación de este mueble. Las alacenas o vitrinas también eran piezas muy propias de la casa familiar. Hoy en día, los aparadores con puertas de cristal cumplen la misma función de almacenaje y exposición, pero son menos invasivos a la vista y la baja altura genera una estética más aireada.
2. Butacas con otomana
Otro mueble muy propio de las casas del siglo pasado, es la butaca con otomana. Originalmente, esta pieza de dos partes fue ideada por Charles y Ray Eames, un matrimonio de diseñadores industriales de Estados Unidos. Según sus palabras, el objetivo era crear un sillón con "la apariencia cálida y agradable del guante de béisbol bien usado".
Dime que no recuerdas a tu abuelo un día domingo, sentado en su butaca, leyendo el periódico y descansando los pies sobre la otomana. Memorias infantiles que nos recalcan la importancia de traer la calma del pasado a la vida moderna.
En otros materiales como el terciopelo
Aunque la piel era el material por excelencia de las butacas antiguas, lo cierto es que el diseño ha evolucionado hasta experimentar con otras telas. El terciopelo es una excelente forma de respetar la función original de la pieza: comodidad y descanso absoluto. Nada más reconfortante que la suavidad del terciopelo.
3. Sofá chéster con capitoné
Los sofás antiguos eran verdaderas obras de arte. Funcionaban como el punto focal del salón y su fabricación estaba pensada para que la pieza durara generación tras generación.
El modelo chéster debe su nombre al Conde de Chesterfield. Aparentemente, el conde se percató de lo incómodo que era el clásico sofá de su época. No permitía mantener una postura erguida y estropeaba las múltiples capas de ropa de sus nobles visitas. No hay consenso si fue el mismo conde o su sucesor quien encargó esta pieza, lo cierto es que los registros más antiguos datan de la Inglaterra de principios del siglo XIX.
De cualquier forma, el sofá chéster se caracteriza por sus brazos curvados, patas cortas de madera y respaldo con capitoné. Virtudes que permiten un soporte cómodo y una apariencia señorial.
Textura y profundidad visual
El capitoné en los respaldos del sofá chéster es decisivo para fortalecer la comodidad de la pieza. Este tapizado destaca por crear figuras geométricas sobre telas como cuero, polipiel, terciopelo o lana. Los puntos crean una superficie acolchada generando una intensa profundidad visual.
De pequeña, me encantaba visitar la casa de mis abuelos y recostarme en ese sofá que se me hacía enorme. Tiene sentido, porque al lado de mi estatura de 5 años, el sofá era un gigante.
Al igual que las otras piezas que hemos rememorado, hoy en día mi querido chéster me acompaña en el salón de casa. Ya sea por nostalgia, calidad o singularidad, los muebles de la abuela se han ganado el corazón de los hogares modernos.