Una sensación de tranquilidad y calidez envuelve este proyecto del estudio Maximale, que tenía como objetivo convertir una antigua casa de los años 70 en Madrid, en un hogar funcional pero bonito. La distribución tan compartimentada de los 115 metros cuadrados, hacía necesario adoptar soluciones que se ajustasen a las necesidades de la familia que la iba a habitar, lo que se traducía, en palabras, del estudio "en abrir los espacios, comunicar las zonas de día y separarlas claramente de las habitaciones y baños para una mayor privacidad. Es un proyecto que requería de soluciones prácticas por la naturaleza del cliente, pero no por ello renunciar a la belleza de la simplicidad y los materiales y tonos cálidos y acogedores".

 

Las puertas de metal y vidrio que separan la cocina de la sala son correderas y fabricadas a medida por un herrero para que estas queden completamente ocultas en sus cámaras.

 

Así, se redistribuyeron los espacios, haciendo menos dormitorios (de cuatro a tres) pero de mayor tamaño. Se unificó toda la zona de entrada, salón, comedor y cocina, y no hizo falta llevar a cabo intervenciones estructurales. De esta forma, los diferentes usos particulares de las zonas comunes, como la cocina, el salón y el comedor, se interrelacionan mediante el uso de la geometría y la luz formando un conjunto. Mientras, la zona que alberga usos más privados, como las habitaciones y los baños, queda separada por un paño sólido que compacta necesidades auxiliares. 

 

Un juego de alturas y volumetrías

Los espacios de la zona de día, diferenciados por sutiles juegos de cambios de altura y volumetrías de aristas convergentes, dialogan entre sí. La luz natural penetra por el este atravesando los espacios gradualmente: primero un gran ventanal, luego un pórtico que filtra la luz a la zona central, más alta que los laterales, para volver a dar paso a un segundo pórtico que se abre a la cocina y que conduce, finalmente, a la luz del oeste. El paso del espacio central a la cocina queda integrado de manera natural, pero ofrece la posibilidad de separarse y delimitarse con un panel corredero de vidrio

"Las puertas de metal y vidrio que separan la cocina de la sala son correderas y fabricadas a medida por un herrero para que queden completamente ocultas en sus cámaras. Esta solución garantiza una continuidad total entre ambos espacios principales en la vivienda, mientras permite aislar la cocina en las ocasiones que lo requieran". Además, los clientes solicitaron no ver el televisor cuando no estuviera en uso. Para ello, el estudio diseñó el mueble de estantería en la sala el cual oculta el televisor tras él. "El panel vertical inferior, está equipado con unos raíles que permiten desplazarlo verticalmente y dejar visible el televisor. El banco que queda debajo unifica y cierra el salón, siendo el sitio perfecto para reuniones improvisadas". 

Suelos de madera en la mayor parte de la vivienda para aportar calidez y confort, material porcelánico de grandes dimensiones en baños para una mayor continuidad y una gama cromática de tonos suaves para aportar calma en la vivienda, completan un oasis de paz en el corazón de la gran ciudad.