Los arquitectos de este proyecto, Georg Kayser Studio, se encontraron con un lienzo en blanco al que no dudaron en aplicar color; verde concretamente. Pero esta es solo una de las muchas decisiones que tomaron para dar forma a este piso situado en un lugar privilegiado, en un chaflán del Eixample barcelonés.
Por su propia naturaleza, la vivienda recibía mucha luz en ciertas zonas y muy poca en otras. Lo que hicieron Georg Kayser, arquitecto alemán afincado en la ciudad, y su equipo fue acentuar este contraste. Para ello generaron una atmósfera misteriosa en el recibidor, con una estructura oval de madera que alberga dos aseos y un armario.
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"Queríamos un recibidor que tuviera algo especial", revela. Y, por otro lado, potenciaron toda la intensidad luminosa que les ofrecía un lugar como el salón, al que añadieron metros para poder situar un minibar. "Como ninguna habitación era muy grande, la idea era que esta sí lo fuera. Siempre tienes mucha luz en este espacio".
Ahora, esta casa de 165 m2 no se parece en nada a la original. Diseñada para una familia de tres, cuenta con un dormitorio principal, una habitación para la hija y otra pequeña para los invitados. La habitación del matrimonio tiene una pequeña galería en la que se ha integrado la bañera y que permite relajarse entre burbujas, mientras se disfruta de otro baño, el de la luz natural.
El cuarto de la hija también tiene su propio espacio anexo, en el que, en este caso, se ha situado un pequeño estar con dos butacas y una mesita. Pura comodidad. Padres e hija se encuentran en las zonas comunes como la cocina, no demasiado grande en relación a la superficie total, pero muy bien aprovechada.
Suelo de trencadís en referencia a la arquitectura local, armarios de suelo a techo en azul mediterráneo y, de nuevo, un rincón extra, "un lugar más íntimo para tomar el desayuno", asegura Kayser.
En los baños se sigue apostando por los guiños a la ciudad con la continuación del suelo de mármol en piezas y la combinación de verde y azul, tan en sintonía con el mar. "Como los propietarios nos dijeron que necesitaban mucho espacio de almacenamiento, lo integramos en los muros", sigue explicando el autor.
Y añade: "En el salón, la pared que da a la zona central está llena de puertas. Si quieres puedes abrirlas, sacar el televisor y mirarlo desde el sofá o desde la mesa". Al final, la reforma cumple con los deseos de los clientes, quienes aspiraban a habitar un piso alegre, pero elegante a la vez, y que reverenciara el estilo arquitectónico de la época en que fue construido.
Los arcos que dan paso al office de la cocina o al propio comedor, de obra nueva, conectan con la estética de los pisos de siempre del Eixample. Una transformación cuidadosa, pero atrevida, que demuestra, una vez más, lo que ya sabíamos: que los polos opuestos (luz-oscuridad, tradición-modernidad) no solo se atraen, sino que se complementan a la perfección.