Buscando la comodidad mental y física para los habitantes del espacio, "entendida como el desahogo de lo no esencial, la ausencia de distracciones y el orden", tal y como explican desde el estudio Deza Setien, se proyectó la reforma de este apartamento en Barcelona. Ubicado en los alrededores de la Plaza Francesc Macià, la nueva configuración de la vivienda propone un espacio monocromático en el todo se reduce a la esencia. "El piso estaba originalmente fragmentado en estancias de menor tamaño, lo cual las privaba de luminosidad", explican los arquitectos. A partir de ahí, "propusimos una nueva distribución a partir de la interacción entre distintos volúmenes que van demarcando las estancias, articulando los recorridos y que estructuran el vacío y la ocupación".
La zona colectiva se convierte en el centro de la casa, ideada para que los propietarios, una pareja y su hijo, desarrollen en ella la mayor parte de su día a día. Lograr potenciar la luminosidad de los espacios era otra de las peticiones de los clientes que desde Deza Setien resolvieron con maestría a partir de una paleta de colores uniforme y estéticamente silenciosa. "La materialidad monocromática casi total de la vivienda nos permite centrarnos en los aspectos más fundamentales, que prime por encima de todo la experiencia en el espacio, y posibilita que la luz y las sombras dibujen y doten de discontinuidad a la cohesión generada por esta uniformidad", destacan.