A menudo, en proyectos de reforma que recuperan elementos arquitectónicos originales –muros de ladrillo, techos de cerámica, vigas de madera...–, se suele eliminar capas de intervenciones anteriores porque se considera que desvirtúan la esencia del lugar. Pero ¿qué ocurre cuando esos sustratos intermedios se convierten en elementos definidores del nuevo espacio?
En la actualidad, algunos autores han llevado la estética raw, heredera del brutalismo de mediados del siglo XX que encumbró el hormigón armado sin decoración y de los espacios industriales en desuso reconvertidos en hábitats o talleres creativos, un paso más allá, apostando por una mínima intervención que revele la historia del lugar sin asepsia ni tapujos.
Tenerlo crudo
Uno de ellos es Marc García-Duran, autor de la reforma de la Casa Arimon en Sabadell, a quien siempre le han interesado los procesos de construcción del carácter de los espacios a lo largo del tiempo, las historias que han ido sumando estratos de realidad.
"Al igual que un psicólogo ayuda a un paciente a desvelar las capas de su personalidad, su riqueza oculta y también sus traumas, la Casa Arimon representaba una oportunidad única de revelar el palimpsesto de su recorrido vital. De hecho, no hacía falta añadir nada; todo estaba allí, y solo había que desnudarlo y mostrar su belleza en crudo, sin maquillaje".
De igual modo, Plantea Estudio optó por hacer lo menos posible para poner al descubierto los muros de mampostería y el entramado de madera originales en la nueva tienda de la marca de calzado Veja en Madrid, en un edificio clásico del centro.
"Hay un tipo de restauración que consiste en llevar la arquitectura a su estado original, recuperando los elementos, eligiendo el mismo ladrillo, las mismas juntas, el mismo mortero, estudiando todo hasta que te queda exactamente igual, y hay otro tipo de intervención que consiste en dejar las cosas como están, solo elevándolas a la mejor versión que podamos sacar de ellas", comenta Luis Gil, cofundador del estudio junto con su hermano Lorenzo.
Siguiendo el mismo enfoque, Carles Oliver empleó en un piso de Palma casi exclusivamente martillo y cincel eliminando falsos techos y tabiques innecesarios en el nuevo programa, lo que permitió invertir todo el gasto en mejora de la eficiencia energética. El resultado: vigas al descubierto, paredes con desconchones y puertas y ventanas sin dinteles; una intervención radical en su simplicidad. "Hoy en día esta economía de medios tiene carácter de manifiesto –declara–. Hace unos años aprendimos que abrir un hueco no es lo mismo que construir un hueco. Ya decía Louis Kahn que hay que respetar al ladrillo".
Estilo y función
Tener en cuenta las cualidades de los materiales es precisamente otro motivo para una reforma de este tipo: el propio ladrillo, al ser poroso, funciona térmicamente muy bien, siempre que no se cubra. En el espacio Veja, por ejemplo, eso permitió que el sótano respirase para crear un ambiente fresco y seco que facilitara la conservación de las zapatillas. Finalmente, este tipo de intervención visibiliza aun más la aportación del arquitecto o el interiorista –por escueta que sea– en contraste con lo que se deja tal cual. Aunque no lo parezca, detrás de un espacio con estética inacabada hay un concienzudo trabajo conceptual. Otra cosa es que esta clase de proyectos sea del gusto de todos los paladares.
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