A lo largo del siglo XX, China pasó de la arquitectura tradicional a una ecléctica influida por Occidente, y luego monumentalista bajo el mandato de Mao Tse-Tung. En los años ochenta, con el auge económico, el país experimentó una urbanización explosiva, creando enormes ciudades de bloques de apartamentos carentes de identidad.
Para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, la arquitectura local comenzó a trazar su propio camino. Aun así, los edificios más icónicos que China presentaba al mundo todavía llevaban la firma de estudios occidentales, como el Estadio Nacional de Beijing, de Herzog & de Meuron –apodado El Nido–, y el Centro Acuático Nacional –el Cubo de Agua–, de los australianos PTW Architects.
Mientras tanto, una generación de jóvenes arquitectos, inquietos y ambiciosos, estaba gestando una revolución en busca de un lenguaje arquitectónico propio. Esta transformación se fraguaba al calor de universidades que promovían el intercambio con arquitectos occidentales y la formación de sus mejores estudiantes en el extranjero.
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El primer Pritzker para China
El cambio fue evidente en el año 2012, cuando el arquitecto Wang Shu recibió el Premio Pritzker y puso el foco en la transformación que se estaba viviendo en la arquitectura de su país. Shu dirige Amateur Architecture junto a su esposa y socia Lu Wenyu.
Su trabajo reinterpreta la arquitectura china desde una perspectiva contemporánea, empleando materiales reciclados y técnicas tradicionales. "El hecho de que me lo otorgaran es la prueba de que se había superado la etapa de la imitación, y habíamos logrado un lenguaje arquitectónico específico y contemporáneo", comentó en una entrevista.
El Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) expuso en 2021 el trabajo de Shu junto con el de otros arquitectos que transitan el mismo camino de la identidad y la sostenibilidad. Con el título Reusar, renovar, reciclar, la muestra incluyó proyectos de Archi Union, DnA, ZAO/Standard Architecture, Studio Zhu Pei y Vector Architects, con casos de reutilización de antiguos edificios industriales, reciclaje de materiales y la reinterpretación de antiguas técnicas de construcción.
Lo más notable de la actual arquitectura china es la tremenda velocidad con la que ha alcanzado el primer nivel. Rosa Cervera, arquitecta española y catedrática en la Universidad de Alcalá, ha sido testigo de esta transformación.
"Cuando empecé a viajar a China en los años noventa veía una arquitectura correcta, pero anodina. Sin embargo, en apenas veinte años ha dado un salto enorme y se ha puesto completamente a la vanguardia incorporándose al panorama de la arquitectura contemporánea global", explica quien es además presidenta de la Cátedra China, una asociación sin ánimo de lucro integrada por miembros de la comunidad docente, profesional, empresarial, mediática e institucional de España y China.
Un factor clave para la transformación fue la apertura económica impulsada por el primer ministro Deng Xiaoping en la década de 1990, y la autorización a los arquitectos a desarrollar su trabajo de forma independiente. Hasta entonces, la arquitectura en este país se realizaba solo a través de los institutos administrados por el Gobierno.
De puertas afuera
Si Wang Shu fue el primer Pritzker para China, Ma Yansong fue el primer arquitecto chino en recibir un encargo desde el exterior. El proyecto Absolute Towers en Canadá puso a su estudio, MAD Architects, en la liga de los star architects. Con un máster de la Universidad de Yale, y luego de trabajar un año en Zaha Hadid Architects, Ma Yansong creó su estudio en el año 2004.
Su trabajo ha sido motivo de exposiciones en el Centro Pompidou de París y la Bienal de Venecia. Los diseños de MAD son de estilo futurista y se reconocen por sus formas orgánicas y fluidas, inspiradas en la naturaleza. Según José Luis Esteban Penelas, arquitecto español director de Penelas Architects, y catedrático de Arquitectura en la Universidad Europea, la audacia de sus proyectos contrasta con los métodos tradicionales de Occidente, siendo una característica distintiva de los arquitectos que lideran la nueva ola de la arquitectura china.
Ma Yansong desvincula el proyecto del proceso constructivo, enfocándose en el concepto final deseado. Delega la ejecución técnica a especialistas de la construcción e ingenieros, permitiendo incluso cambiar los materiales en mitad de la obra si fuese necesario, comenta Penelas, que ha viajado a China como académico en programas con las universidades de Tsinghua y Tongji, y ha realizado proyectos en ese país.
Amalgama de estilos
Para entender el grado de libertad que este enfoque permite basta con observar las construcciones mimetizadas con el paisaje de Open Architecture, los espacios reinventados en escenarios culturales de Atelier Deshaus, el realismo mágico de Wutopia Lab, el uso innovador y expresivo de materiales de Neri & Hu, la perfecta unión de tradición y modernidad de Urbanus y el minimalismo dinámico del joven estudio Muda Architects.
También los institutos de arquitectura universitarios, que actúan como clústeres que congregan centenares de profesionales, como el Instituto de Diseño e Investigación en Arquitectura de la Universidad de Zhejiang (UAD), han impulsado la innovación con proyectos a gran escala, convirtiendo las ciudades de China en focos de modernidad.
Por todo ello, la arquitectura china contemporánea se revela como una amalgama de estilos imposible de poner bajo un mismo paraguas. Pero si hay algo que la recorre de forma transversal es su relación con el paisaje. "Tradicionalmente el jardín tenía más peso e importancia que la propia arquitectura, y la arquitectura era parte del paisaje", explica la arquitecta española Laura Zurbano Amo, directora asociada del estudio Bai Design que ha residido 13 años en Pekín.
"Hoy en día buscan volver a esta conexión y dotar a los edificios de ese carácter paisajístico, aunque con la escala que requieren las ciudades chinas del siglo XXI". Los chinos han sido históricamente grandes paisajistas, recuerda Rosa Cervera, y apunta que la palabra "paisaje" nació en ese país muchísimo antes que en otras culturas. "Se traduce en esa necesidad filosófica de estar en armonía con la naturaleza y en una visión cosmocéntrica, a diferencia de Occidente, donde el centro está en el ser humano".
Dejar huella
Uno de los análisis más perspicaces del panorama actual de la arquitectura en China en los últimos años es el libro China Dialogues (Oro Editions, 2022), con edición a cargo del arquitecto estadounidense Vladimir Belogolovsky. El curador y crítico entrevista a 21 de los estudios de arquitectura protagonistas de la actualidad.
Allí señala que son solo la punta del iceberg y ofrecen una pequeña muestra del potencial creativo de los arquitectos chinos y hacia dónde se dirige su país en términos de arquitectura. Y concluye: "Volverse más relevantes es su mayor desafío".