El nuevo Agorá de Bogotá, diseñado por el estudio Herreros en colaboración con el arquitecto local Daniel Bermúdez, antes de su construcción ya había llamado la atención de numerosos premios y reconocimientos alrededor del mundo e incluso había formado parte de la Bienal de Venecia. Sin embrago, es ahora cuando abre sus puertas y se presenta como exponente de la nueva Colombia.
El edificio se sitúa en el centro geográfico de la ciudad, a mitad de camino entre el casco histórico y el aeropuerto. El proyecto trata de ejemplificar las aspiraciones de la nueva sociedad colombiana con un edificio icónico y reconocible, a su vez sensible a los aspectos medioambientales.
Según Juan Herreros la escala del centro de convenciones y la riqueza de sus recorridos interiores permiten concebirlo como un fragmento encapsulado de la ciudad. Al entrar da la bienvenida un gran vestíbulo que funciona como una plaza mayor rodeada de lugares de reunión. El programa crece en sentido ascendente y genera una serie de miradores a la urbe: al compactar el volumen verticalmente se liberan una gran cantidad de espacios públicos, más de 12.000 m2 de plazas y jardines que el proyecto regala a los habitantes de Bogotá.
La fachada es una de las piezas clave del edificio. Se comporta como una piel sensible que responde a los estímulos de temperatura, humedad o soleamiento. Su aparentemente sencilla composición, con marcos que incorporan los vidrios, sistemas de oscurecimiento y branquias regulables capaces de tomar el aire del exterior, implicó un delicado desarrollo tecnológico.
Además de la fachada, destaca la propuesta para la climatización del edificio que establece un compromiso con la sostenibilidad y la tecnología. Un sistema de ventilación natural aprovecha el templado clima de Bogotá para establecer una relación simbiótica entre el edificio y su entorno, que consigue para minimizar el consumo energético y eliminar el aire acondicionado.
El centro de convenciones tiene 64.883 m2 desarrollados en altura y una capacidad para congregar hasta 4.000 personas en el auditorio situado en la última planta. Sus 10 salas pueden convertirse en 18 gracias a paredes móviles que permiten a los espacios adaptarse que van a alojar.
El diseño y construcción del edificio se adjudicó al binomio Herreros-Bermúdez en 2001 después de que su proyecto resultara elegido en un concurso internacional en el que participaron más de 100 prestigiosos estudios de todo el mundo.