"Se necesitan viviendas prefabricadas. ¿Por qué hechas en fábricas? Porque ya no se trata solo de hacer uno o más pequeños elementos de una casa para ser montados, sino que todos los elementos correspondan a los de una máquina que se pueda montar de forma totalmente mecánicamente, sin necesidad de producir nada in situ. Debemos demostrar al público que la casa prefabricada es una casa cómoda y superar la rutina".
Así opinaba Jean Prouvé de la arquitectura prefabricada, autor de la famosa Casa Desmontable que ideó en 1944, en principio como solución de emergencia para los desplazados de la región francesa de Lorena durante la Segunda Guerra Mundial, pero con el tiempo se convirtió en un proyecto de referencia que gracias a la firma Bally puede replicarse y adquirirse.
Haciendo caso omiso del refrán "en casa del herrero, cuchillo de palo", Prouvé aplicó sus conocimientos en la prefabricación a la Casa Gauthier que proyectó para su hija Françoise y su yerno en Saint Dié-des-Vosgues, cerca de Nancy, donde el arquitecto había construido la casa familiar unos años antes.
De 270 metros cuadrados de superficie, la vivienda se asienta sobre un zócalo de obra y se organiza en torno a un núcleo central que agrupa las piezas húmedas y la cocina. Alrededor de este bloque doméstico que sostiene en gran parte el edificio se organizan los espacios con una perfecta continuidad entre interior y exterior. Las ligeras curvas interiores, los paneles aislados de aluminio y las fachadas estriadas del mismo material son elementos distintivos del lenguaje de Jean Prouvé.
La firma Spaces Atypiques ha puesto ahora a la venta la casa por un precio de partida de 1.715.000 euros. Quien tenga esta cantidad tiene la oportunidad de vivir en un icono de la arquitectura moderna, catalogado como monumento histórico. Un testimonio de la filosofía del arquitecto francés, quien afirmaba que no había diferencia entre la realización de un mueble y una casa.